¿Y por qué no el voto electrónico?
A pesar de estar en pleno siglo XXI y de contar con sistemas de seguridad y de encriptación de avanzada, la experiencia del voto electrónico no ha sido la mejor en muchos de los países en los que se ha implementado

César González.
Periodista y Administrador de redes sociales

¿Por qué si en estos momentos se realizan transferencias de grandes sumas de dinero a través de medios electrónicos, y además se guardan en línea importantes datos confidenciales sobre la seguridad nacional, muchas de las naciones más desarrolladas del mundo todavía no confían sus procesos de elección política a los mecanismos electrónicos? Pues precisamente porque no se puede garantizar en un 100% la seguridad de los mismos. Aunque estemos en pleno siglo XXI.

El voto electrónico consta de una máquina con una pantalla táctil. Esta máquina muestra al votante una papeleta virtual en donde el elector selecciona el candidato de su preferencia. La máquina registra el voto y su correspondencia con la identidad del votante, y luego imprime una papeleta física con un número de serie único que también es utilizado para el control cruzado de votos.

Este mecanismo es uitilizado en Estados Unidos, y se ha implementado desde hace más de 10 años en diversos países del mundo. Sin embargo, muchos de ellos han detectado problemas con la confiabilidad de los sistemas, y han preferido volver a los sistemas convencionales.

En Argentina, el voto electrónico generó polémica en las elecciones presidenciales anteriores, pues hubo problemas con la transmisión de datos de varias mesas de votación, y con el sistema de comprobación electrónica de votos.

En Alemania, el voto electrónico se implementó en el 2005, y fue eliminado 4 años después pues de acuerdo con su Corte Suprema, restringe la fiscalización ciudadana del proceso de votación y la circunscribe únicamente a aquellas personas que tengan un conocimiento técnico al respecto.

En Finlandia, se realizaron pruebas de voto electrónico en el 2006 en tres municipios, pero fueron anuladas luego de detectarse fragilidades en el sistema. Y en Holanda, luego de dos décadas de utilizar sistemas electrónicos de voto se decidió dejar de usarlo en el 2006, pues varios especialistas demostraron que era posible irrumpir en las máquinas de voto y extraer información sobre quién estaba votando y por quién lo hacía. Este hackeo de las máquinas de voto se realizaba a 25 metros de la misma, y con unos aparatos que se construían con piezas baratas de ferretería y electrónica.

Irlanda también adquirió máquinas para el voto electrónico en 2002, y en el 2004 las vendió porque no era posible garantizar la seguridad de los comicios electorales mediante sistemas electrónicos.

El mismo Estados Unidos, donde todavía se utilizan los sistemas electrónicos de voto ha tenido sus polémicas. Durante la segunda elección presidencial de George W. Bush se cuestionó el uso de este mecanismo debido al escaso margen por el que fue electo este presidente vs su adversario Al Gore. También en las elecciones de 2016, el sistema se puso en entredicho cuando Donald Trump ganó la presidencia estadounidense, pues se especuló que el mismo había sido vulnerado por hackers rusos. El caso todavía se encuentra en investigación.

Aunque técnicamente la tecnología nos ofrece muchas posibilidades para resguardar nuestros datos personales, el voto es considerado en las sociedades democráticas como la expresión última de la voluntad popular y uno de los derechos más sagrados que tienen los pueblos. No es conveniente, para la mayoría de los pueblos, establecer sistemas que despierten suspicacias y pongan en entredicho la transparencia de un proceso democrático. Por esta razón, el voto electrónico no ha logrado implementarse todavía en la mayoría de los países del mundo.

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