¿Llegaremos a ser Ciborg?
La convergencia y la hiperconectividad pronto podrían convertirse en una experiencia natural y fluida en donde la tecnología que utilicemos para acceder a los datos esté implantada en nosotros mismos.

César González
Periodista y gestor de redes

Tal vez en este momento implantarse chips o puertos en el cuerpo parezca una idea desagradable o lejana. Poder aprender cosas descargándolas directamente al cerebro es algo todavía imaginado solamente para películas. Expandir nuestra inteligencia o memoria mediante implantes electrónicos todavía suena a ciencia ficción. Pero si analizamos el panorama actual, no estamos tan lejos de ese escenario.

Actualmente expandimos nuestras capacidades utilizando dispositivos auxiliares. El teléfono celular es nuestra agenda, nuestro caja de recuerdos personales, nuestra herramienta de trabajo y nuestro centro de entretenimiento, y está sufriendo rápidas transformaciones

Dos cosas están impulsando las barreras tecnológicas hacia la siguiente frontera: el procesamiento de datos y la capacidad de almacenamiento. En estos momentos cualquier dispositivo móvil de gama media tiene más capacidad de cómputo de la que tenía la NASA cuando envió a los primeros seres humanos a la luna.

Si hablamos de los dispositivos móviles ejecutivos o de alta gama, nos encontramos con potentes computadoras de bolsillo capaces de hacer incluso más de lo que realizan algunas computadoras de escritorio. La tecnología multinúcleo hace que el procesamiento de datos en estos equipos móviles sea muy veloz.

¿Qué pasa si combinamos ese poder de cómputo con el almacenamiento de datos en la web? Actualmente Google quiere que todos los teléfonos Android lo hagan y guarden todo en la nube. Las fotos que se toman se resguardan automáticamente en un servidor externo. Las direcciones que se visitan se registran en un mapa para ser consultadas en cualquier momento. Una copia de seguridad del dispositivo y sus aplicaciones puede guardarse en la nube para ser reinstalada en un nuevo dispositivo o para usarse en caso de perder datos. Y los programas que antes se vendían en cajas con muchos discos y que requerían mucho espacio en el ordenador, hoy son aplicaciones que nos remiten a herramientas en línea. Y todo eso vuelve más eficientes a los dispositivos por cuanto mucha de la información y de los procesos son llevados a cabo en los servidores de las empresas que ofrecen estos servicios.

La posibilidad de compartir ese procesamiento de datos ha transformado a los dispositivos móviles y permite que los mismos sean más delgados, más estilizados y livianos, sin perder potencia ni funciones.

El cambio cultural hacia el almacenamiento en la nube permite no gastar espacio en puertos para memorias externas y utilizar ese espacio para más procesadores.

Lo que viene son ambientes completos de productividad en la nube y teléfonos capaces de conectarse e integrarse con esos ambientes, sustituyendo incluso a los CPU de las computadoras. ¿Se imagina cambiar ese cajón donde se encuentran todos los circuitos de su computadora por un puerto especial para conectar su celular y ver los datos desplegados en la pantalla igual que en una computadora? Eso es presente. Ya es posible con diversos modelos creados para ejecutivos.

Pero hay compañías que van más allá. Hay empresas que imaginan un futuro donde los dispositivos conectados a la red (relojes, laptops, teléfonos, electrodomésticos, autos, televisores, zapatos) sean mecanismos de comunicación con potentes inteligencias artificiales que se integren de manera natural con nuestro estilo de vida, que nos asistan en todo lo posible y que lleguen a sustituir las identificaciones, las tarjetas de crédito, los dispositivos de control de la salud, e incluso, a los pilotos de avión y choferes de autos. Ambientes donde exista convergencia entre inteligencia artificial, realidad virtual y aumentada, servicios en la nube, economía en línea, y en donde todo se de de una manera muy natural para el usuario creando una experiencia fluida y que se sienta poco invasiva. Y cuando esa realidad comience a ganar terreno, no sería de extrañar que se rompa la siguiente barrera de convergencia entre la biología y la tecnología.

Estamos a poco tiempo de cambiar por completo y de nuevo la realidad en la que vivimos. El próximo salto evolutivo del ser humano bien podría ser provocado por nosotros mismos y la tecnología que nos implantemos en este afán por sacar el máximo provecho a todos esos servicios que se nos ofrecen. El verdadero reto estará en volver esos avances accesibles y en eliminar la brecha entre quienes saben utilizarlas y quienes no.

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