Zarela Villanueva Monge Presidenta, Corte Suprema de Justicia

Muy buenas tardes a todas y a todos. Un saludo especial a… Esta tarde nos convoca el acto formal de cierre de la campaña institucional “Cadena de Valores” una iniciativa conjunta de la Presidencia de la Corte, con la Secretaría Técnica de ética y valores.

Para el ser humano siempre han existido cosas valiosas: el bien, la verdad, la belleza, la felicidad, la virtud. Sin embargo, el criterio para darles valor ha variado a través de los tiempos. Se puede valorar de acuerdo con criterios estéticos, esquemas sociales, costumbres, principios éticos o, por el costo, la utilidad, el bienestar, el placer, el prestigio.Los valores sirven a un fin como la convivencia, la sobrevivencia de la especie humana, la seguridad o la paz. Por esa razón, para este poder de la República, con una misión expresamente definida por la Constitución Política, la administración de justicia y que esta sea pronta y cumplida, es tan importante contar con un patrón de valores que definan cuál ha de ser la actitud, las conductas y los comportamientos esperables y exigibles a quienes laboran en esta institución, para el logro de su objetivo.

Ninguna persona es completamente libre en su actuar, es decir, nadie hace lo que quiere en su vida privada. Existen normas sociales, religiosas o legales que sancionan ciertos comportamientos. Quien asume un cargo en el Poder Judicial, cualquiera que sea, debe ser igualmente consciente de que, como parte de la institución, su comportamiento tanto dentro de la institución como en su vida privada, está vinculado por los valores institucionales y de que, al igual que sucede en la cotidianidad, el incumplimiento a estas reglas de comportamiento ético también trae sus consecuencias.

La contraparte de un sistema de valores es la existencia de un régimen disciplinario porque es la forma como se garantiza el cumplimiento de los valores, el cumplimiento de nuestra misión: una administración de justicia independiente, incorruptible y de calidad.

El sostenimiento de nuestra democracia descansa en la credibilidad de la población en el funcionamiento de nuestros despachos y oficinas judiciales. Frente a la criminalidad o a la ilegalidad la población espera una respuesta efectiva y ágil. Cuando no se actúa en esa forma lo primero que se tiende a pensar es que el Poder Judicial es falible a los intereses de una persona o de un grupo de personas con poder; y eso hace mucho daño a la permanencia de la institución, a la democracia. Y les digo esto porque cuando cualquier oficina judicial, bien sea un juzgado, una fiscalía, un defensor o defensora pública, o un funcionario o funcionaria administrativa no brinda una respuesta adecuada y oportuna a una persona usuaria, o admite una dádiva para hacer o no hacer lo que legalmente le corresponde hacer, para la persona usuaria es el Poder Judicial en general el que le falla, donde hay corrupción.

Si la confianza en la administración pública es fundamental para el orden y la estabilidad de la sociedad, no cabe duda que la confianza en la administración de justicia es una cuestión de principio para el sostenimiento de la convivencia pacífica, el respeto de los derechos fundamentales y el desarrollo económico y social. Un poder judicial corrupto propicia la impunidad frente a la muerte, la violación y la desaparición de personas; propicia el trasiego de influencias, la tutela de la narcomafia y finalmente, la desconfianza de las personas en el sistema de administración estatal, el cual solo existe y se justifica como herramienta para la defensa y protección de los derechos de las personas.

Por estas razones, en el Plan Estratégico institucional del 2013 al 2018 se fijó como uno de los ejes estratégicos para ese quinquenio, la ética y los valores.

En el 2011 Corte aprobó la Política axiológica, con la expresa aspiración de que al 2026, el Poder Judicial alcanzará un nuevo clima ético que propicie la excelencia y, por medio de ello, se logre alcanzar plenamente el fin de la institución que es, administrar justicia pronta y cumplida.

La política posee una temporalidad al 2026. Soy quizá más optimista. Pienso que para el logro de esa aspiración ahora debemos construir los cimientos de ese Poder Judicial que añoramos, porque los valores son como una herencia que se atesora y que cuando se pierde no hay marcha atrás. Por esa meta he venido luchando desde que asumí la Presidencia de la Corte y por ello, impulsamos en conjunto con la Secretaría Técnica de Ética y Valores, la campaña “Cadena de Valores”. Se trabajó para familiarizar a la población judicial con los seis valores compartidos, asumirlos como herramienta de trabajo en el desempeño diario de todas las personas que laboran en las distintas áreas de la administración de justicia.

La campaña Cadena de Valores inició en el año 2015 y durante su vigencia se entregaron alrededor de 1321 eslabones, con los que se reconoció de manera expresa: el compromiso, la honradez, la iniciativa, la integridad, la excelencia y la responsabilidad de muchos funcionarios y funcionarias judiciales. Estoy segura que la mayoría de nuestros funcionarios y funcionarias que no participaron en la campaña, son también dignos y dignas de lucir estos reconocimientos.

Mi agradecimiento al personal de la Secretaría Técnica de ética y Valores, al del Departamento de Comunicación institucional, al Departamento de Artes Gráficas, al Director del Despacho de la Presidencia, y a todas las personas que trabajaron en esta campaña y que viajaron a todo el país con el fin de propiciar el logro de sus fines.

Esta campaña formalmente termina hoy. Nuestra esperanza es que la reflexión motivada haya sido fructífera; y los valores institucionales se perpetúen en nuestras mentes, como el mayor requerimiento que nos hace la institución y el país, durante nuestra labor de cada día.

Muchas gracias