Tecnología y adicción: ¿Padece usted Nomofobia?

Lic. César González Granados
Periodista y Administrador de Redes Sociales

La tecnología móvil dejó de ser una mera herramienta para comunicar voz, y con ello, se convirtió en un apéndice de nuestro diario vivir.

En nuestros teléfonos celulares no solamente tenemos números de los contactos, como sucedía a principios de milenio. Guardamos información personal, cientos de fotos de nosotros y de nuestros seres amados, cientos de conversaciones personales , nuestra agenda de actividades, videos de cumpleaños, acceso a nuestras cuentas bancarias, incluso los números de nuestras tarjetas de crédito y sus claves.

También podríamos guardar información sobre nuestra salud, las rutas que solemos recorrer a la hora de hacer ejercicio, las rutas por las cuales solemos conducir, nuestras redes sociales con las cuales nos comunicamos con nuestras amistades y colegas, el periodo menstrual, y en algunos casos hasta aplicaciones que nos sirven de control remoto para portones, puertas, el carro y diversos artefactos eléctricos.

Aparte de los datos y las claves, el celular se ha convertido en el sustituto de múltiples herramientas de trabajo.

Perder el teléfono celular en la actualidad es cosa seria.

¿Que tan irracional es entonces sentir que se nos va el alma cuando en la primera revisión no encontramos el teléfono celular donde esperábamos?

Los usuarios de teléfonos inteligentes consultan sus dispositivos una media de 34 veces al día según estimaciones presentadas en el Congreso Mundial de Tecnologías Móviles.

Revisar constantemente el celular si es nuestra herramienta de trabajo, o si esperamos una comunicación importante no es el problema.

Sin embargo, si usted sabe dónde quedó su celular y no espera ninguna comunicación de vida o muerte, pero el mero hecho de saberse sin él durante el día le produce náuseas, ansiedad, taquicardia, intranquilidad, sudoraciones e incluso ataques de pánico, probablemente usted padece nomofobia.

El término Nomofobia se acuñó en 2011 por la Oficina de Correo Británica y el Instituto Demográfico YouGo, como contracción de la frase “No mobile phone phobia”. Dichas entidades realizaron un estudio en donde se reveló que el número de usuarios de estos dispositivos que manifestaban conductas de adicción no era nada despreciable: 53% del total.

La nomofobia es más común en mujeres, aunque el porcentaje de afectación es de 53% vs 48%.

Los síntomas de esta adicción pueden detonarse no solamente por olvidar el teléfono, sino por tenerlo apagado o tener la batería baja.

De acuerdo con el estudio, el nivel de estrés que sufre un nomofóbico puede alcanzar el mismo grado que el que se padece ante una boda o ante una extracción de piezas dentales.

Típicamente, la enfermedad es más común en adolescentes, pues son nativos digitales y la tecnología forma parte de su proceso de socialización e incluso de la creación de su identidad, pues la reflejan en sus perfiles de redes sociales. Pero se ha detectado que la implementación de la tecnología en el diario vivir va poco a poco expandiendo la muestra de los afectados en cuanto a edad.

Otro problema de basar la socialización en el uso de la tecnología es el síndrome FOMO: pensar que la vida de los demás es mucho más interesante que la propia, e intentar dar una impresión de sofisticación o intensidad ante los demás. Una combinación de ese síndrome y de la utilización patológica de la tecnología puede ocasionarnos conductas obsesivas que requieran atención profesional.

El prohibir el uso de la tecnología no es una solución. La solución radica en tener mucho cuidado de los documentos e información que guardamos en los teléfonos, tener mecanismos de respaldo de la información , tener mecanismos para bloquear remotamente nuestros celulares en caso de pérdida o robo, pero sobre todo entender que la tecnología es una herramienta nada más, no un apéndice de nuestro propio ser.

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