Erick Fernández Masís
Periodista

“El trascabadito y otras historias para contar cuando sea abuelo” cuenta las historias de la niñez del autor en su natal Paraíso de Cartago.

Dicen que recordar es vivir, y más si esos recuerdos provienen de una de las etapas más felices de la vida del ser humano, como lo es la niñez. Es así, como el Defensor Público, Lic. Rodolfo Chaves Cordero decidió compartir sus historias de infancia y darnos otra perspectiva del valor que tiene la felicidad.

Se trata de la obra literaria denominada “El trascabadito y otras historias para contar cuando sea abuelo”, en la cual se unen 21 historias en donde el autor retrata su infancia en la localidad de Cachí en Paraíso de Cartago y muestra como la pobreza no es obstáculo para llevar una vida alegre y llena de aventuras.

Con 22 años de trabajar en el Poder Judicial, don Rodolfo, quien se desempeña como Defensor Público en materia penal juvenil en Cartago, decidió llevar esas anécdotas que les contaba a sus compañeros y compañeras de trabajo a las páginas de su libro, el cual lo llena de mucho orgullo y satisfacción.

¿Dónde nace la idea de la publicación, qué lo motivó a escribir el libro?

“La idea de la publicación nace de la necesidad de hacer ver a las personas que la pobreza no es una limitante para la felicidad y está en el ingenio el crear las maneras de entretenerse, de donde nace la verdadera alegría.”

¿Cuál es su principal objetivo con la publicación de este libro de historias?

“El objetivo es que las nuevas generaciones conozcan como era nuestra vida ajenos a la tecnología, como era necesario compartir en comunidad, que se entienda que ser pobre solo de dinero no es una limitante para ser rico en felicidad, a pesar de las tristezas que debamos enfrentar, y que si a un niño, aunque sea un travieso, se le brindan las oportunidades de estudio y sobre todo cariño, puede llegar a ser un ciudadano de bien”.

¿Nos puede regalar un pequeño ejemplo de las historias ahí contadas?

”Por ejemplo, se cuenta la historia de mi primera experiencia en observar una película en un cine rural, todas las peripecias que debí enfrentar para hacerlo, de los sueños que tenía yo sobre lo que se proyectaría y la realidad que me correspondió ver. O por ejemplo, sobre los problemas en que me metí por no saber que un pastor alemán era un perro”.

¿Por qué el trascabadito?

“El trascabadito fue un juguete que creamos ante la imposibilidad de comprarlo, es la metáfora del libro, porque fue el juguete con el que más disfrutamos y no nos costó ningún dinero, además de que lo compartíamos entre mis hermanos, primos y amigos del barrio. En mi niñez, el ICE se encontraba realizando las últimas labores de la construcción de la represa y tenía retroexcavadoras, a los que llamábamos trascabaditos y ese juguete, que era una simple pieza de metal, realizaba a nuestro entender, la misma función de la retroexcavadora”.

Tal como comenta el autor, el libro refleja una concepción de la felicidad más allá de lo material, enfocando su objetivo en las vivencias que junto con sus familiares, amistades y vecinos le llevaron a tener memorias imborrables que ahora puede plasmar para compartirlas con las demás personas.

Con este tipo de publicaciones, los servidores y servidoras judiciales dejan ver sus talentos y además, dejan su legado a las futuras generaciones, en la búsqueda de una sociedad que valore lo que realmente es importante y deje de lado lo material como motivo de su felicidad.