Diseño y funcionalidad, los dos principales obstáculos de los “wereables” o tecnología que se viste | |
El problema con los relojes inteligentes | |
Lic. César González Granados El 2014 fue el año de los relojes inteligentes, y de eso nadie en la industria tiene la más mínima duda. Prácticamente todas las principales marcas de tecnología móvil presentaron su versión de reloj inteligente, con diseño variados y distintas funcionalidades. En la mayoría de los casos, los dispositivos funcionan con una versión de Android especialmente diseñada para estos dispositivos. Sin embargo, existen dos pequeños detallitos con los relojes inteligentes. El primero, y a mi criterio el más importante, es que la industria no define todavía qué es un reloj inteligente y para qué sirve. Pero la industria, en su afán por convertir y por competir, ha llevado la innovación hasta un punto ilógico. Algunos relojes inteligentes son copias más pequeñas de un celular. Existen modelos de “alta gama” que hasta tienen ranura para insertar una tarjeta SIM, y que aunque tienen capacidad para interactuar con el celular, podrían dispensar de él . Tienen pantallas con super tecnología, millones de colores y gran definición, capacidad de almacenaje decente, cámara fotográfica y acelerómetro, pero para un dispositivo con una pantalla similar en tamaño a una moneda de 500 colones. Tanta tecnología y tantas capacidades duplicadas. Y digo duplicadas porque el usuario de relojes inteligentes no dejará de lado su celular: existe una razón por la cual los celulares grandes e incómodos le ganaron la batalla a los pequeños celulares de la década pasada: la gente consume contenido. Videos, fotos, lectura. Llevamos nuestra vida en el celular. Y para ello nada mejor que una buena pantalla. Entonces, ¿Es funcional que un reloj inteligente pueda hacer todo aquello que ya de por sí hace el teléfono cleular? Aparte de verse muy sofisticado, ¿Cuál es la funcionalidad de contestar una llamada desde el reloj en su muñeca? Sacar el celular del bolsillo, como lo hemos venido haciendo desde que se inventaron no presupone una tarea difícil, pero parece que la industria quiere lleval la ley del mínimo esfuerzo hasta lo absurdo. Hasta sacrificar, por ejemplo, la duración de la batería, al punto de que en el 90% de los modelos ésta no dura ni un día. Lo cual nos lleva al segundo gran problema de los relojes inteligentes: el diseño. Seamos sinceros: son feos. Pueden verse muy futuristas y muy sofisticados, pero para poder hacer todo eso que la publicidad ofrece, los relojes inteligentes tienen que tener una pantalla grande y ser gruesos. Muchos de ellos tan grandes y gruesos que son difíciles de pasar por alto, lo cual no está mal para alguien que quiera alardear un poco, pero sí para la persona acostumbrada a verse elegante con su reloj. Desde el Motorola 360 hasta el Samsung, pasando por los buenos intentos de LG y de Sony, la mayoría de los relojes inteligentes tienen un diseño de avanzada pero no necesariamente elegante. Y si a eso le sumamos que no existen, salvo tal vez por el Apple watch (y no por mucho) relojes inteligentes con un diseño aceptable para las consumidoras femeninas, pues vamos cerrando la idea de que la industria no sabe qué debe ser un reloj inteligente (o a quien vendérselo), como sí lo saben dese hace años las legendarias marcas de relojes comunes y silvestres. ¿Qué veo en el 2015? Veo acuerdos entre empresas de joyería y relojería, y empresas de tecnología móvil. Veo la aparición de relojes más delgados, con un diseño pensado en el consumidor femenino actual, con todas sus capacidades tecnológicas, pero bellos. Y veo una simplificación de las capacidades de los relojes: los fabricantes de relojes inteligentes se siguen preguntando por qué Pebble, una empresa que apenas existe hace un par de años y ofrece relojes inteligentes con pantalla sin colores, fue elegida por los especialistas y por los usuarios como la mejor en cuanto a fabricación de estos dispositivos, por segundo año consecutivo. La respuesta que ellos tienen muy clara es que los usuarios quieren un reloj con capacidades extendidas, no un segundo celular en su bolsillo. Un dispositivo que acompañe al celular y no que lo sustituya. El Pebble lo logra brillantemente, con notificaciones de mensajería, lectura de correos, navegación en el auto... pero sin ofrecer nativamente la posibilidad de responderlos. Eso hace que la persona que tenga un dispositivo de estos se consuma menos en la tecnología (sacará su celular para responder sólo lo importante) y que la interacción social aumente. Esa funcionalidad tan simple y eficiente, y la duración de la batería (7 días) le ganó la batalla a los colores y las grandes pantallas ya por dos años seguidos. Si el año 2014 fue el año en que explotó la moda de los relojes inteligentes, el año 2015 marcará la cancha en cuanto a qué esperar de los mismos. ¿Se pondrá fin al mito del dispositivo sobrecargado de posibilidades? ¿Aparecerá finalmente un dispositivo apetecible por la gran masa consumidora femenina? Todo eso está apenas por verse. |
Lic. Eduardo Castellón Ruiz
Lic. Sergio Bonilla Bastos
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