“Reconocimiento al magistrado Orlando Aguirre Gómez por 50 años al servicio de la institución”
Mag. Zarela Villanueva
Presidenta Corte Suprema
15 de julio de 2014

En esta tarde hemos reservado un espacio de la agenda para hacer un reconocimiento especial a un apreciado compañero, el magistrado don Orlando Aguirre Gómez, quien en este mes cumple 50 años de servicio en el Poder Judicial. Don Orlando es el primer funcionario judicial que logra esta significativa meta; pero lo más importante, es que lo ha hecho de forma intachable.

Al acto hemos invitado a su familia, su esposa doña Thaís Quirós Mora, a su hijo Orlando, a su hija Carolina, a sus queridas nietas Catalina y Mariana, y a sus hermanos y hermanas, doña Vilma, doña Margot, don Carlos, don Rodolfo y don Ólger, a quienes les brindamos la más cordial bienvenida.

La ocasión nos llena de satisfacción porque nos permite referirnos a lo que ha sido su trayectoria y su huella dentro de nuestra institución.
Don Orlando es un referente como persona, como juez y como magistrado de la República.

De su vida personal sabemos de un niño que al igual que su señora madre supieron ser visionarios para su tiempo y su entorno. Corozal de Jicaral de Puntarenas, un pueblo pequeño situado en el límite entre las provincias de Puntarenas y Guanacaste, fue la tierra que vio nacer a un muchacho inquieto, deseoso de conocimiento, de explorar y aprovechar las oportunidades que la vida le pudiera brindar.

Un muchacho precoz que desde muy pequeño asumió un liderazgo en su vida para el impulso de su progreso personal y del de su familia. Don Orlando es un ejemplo de superación; de las posibilidades que ofrece nuestro sistema a quienes como él, buscan trascender. En ese afán exploró muy distintos trabajos. Desde los 11 años, fue un colaborador del servicio de correo en su pueblo, en donde concluyó sus estudios primarios.

La secundaria no fue posible sino hasta el momento en que se trasladó, junto a su familia, a la ciudad de Puntarenas, donde obtuvo su primer trabajo, en el Poder Judicial, fue conserje por espacio de quince días. Posteriormente se trasladó a vivir a San José, desde donde pudo gestionar lo necesario para lograr el traslado de su familia. Fue en esta ciudad donde concluyó sus estudios secundarios; y con el apoyo de una beca del Poder Judicial, inició sus estudios en Derecho, en la Universidad de Costa Rica, donde obtuvo el grado de licenciado en Derecho.

Al Poder Judicial se incorporó el 16 de julio de 1964. Su primer cargo en la judicatura lo desempeñó en 1976 como Juez Contravencional y de Menor Cuantía de Aserrí. A partir de ese momento, ha servido como Juez Contravencional y de Menor Cuantía de Tibás; Actuario del Juzgado Segundo Civil de San José; Juez Primero Civil y Juez Superior Civil de esta provincia. Fue nombrado como Magistrado de la Sala Segunda en enero de 1989. Desde 1991 ejerce la Presidencia de la Sala Segunda desde donde ha sabido liderar una jurisprudencia robusta y coherente en las materias que conoce esa Sala.

Su formación intelectual no se limitó ni se ha limitado a lo jurídico. Ha cultivado su espíritu en los más amplios campos de la filosofía, la historia, la geografía, la literatura e incluso de la matemática, de manera que lo oímos hablar tanto de Kazantzakis como de Gengis Kan, y de Fiori, con una amplitud de pensamiento que la ha reflejado en su vida.

Su experiencia en diversos campos de la vida, le ha permitido llevar a lo jurídico, la verdadera solución del conflicto. Todo este bagaje de conocimiento universal lo ha puesto al servicio de la judicatura y esta entrega le ha compensado con un aura de señorío. Don Orlando es un “señor juez” cuya sabiduría la ha puesto al servicio de los demás con absoluto desinterés.

Su sólida formación jurídica lo llevó a ser uno de los principales actores en la implementación de la carrera judicial, uno de los vacíos que enfrentaba la administración de justicia y en el que don Orlando innovó con gran atino y tesón, buscando implementar la normativa más adecuada. Desde la creación del Consejo de la Judicatura ha sido su Presidente y su participación nos brinda una gran confianza en el sistema.

Su claridad sobre el ejercicio de la función notarial le concedió el liderazgo en el proyecto de ley que culminó con la aprobación del Código Notarial. Su impulso al proyecto del Código Procesal Laboral, cuya aprobación actualmente se discute, fue fundamental. Don Orlando impulsó ese proyecto en un momento en que ni siquiera se concebía viable una reforma al Código de Trabajo; promoviendo un proceso de negociación entre la Sala Segunda y las cámaras y sindicatos, con el fin de lograr una propuesta que respondiera a los intereses nacionales. De igual manera ha impulsado la reforma al Código Procesal de Familia; y durante los últimos doce años ha sido uno de los gestores de reformas y propuestas de una nueva Ley Orgánica del Poder Judicial.

Su memoria excepcional le permite recordar con la mayor facilidad toda índole de acontecimientos; los nombres de las personas que ha conocido o con las que se ha relacionado durante su vida; los antecedentes jurisprudenciales existentes sobre un tema; los nombres de autores y de juristas connotados. En fin, un hombre que ama y disfruta lo que hace.

Don Orlando es un amigo de todos y de todas. Lo caracteriza un don de gentes, una persona con una gran humildad, solidario y con un gran respeto hacia los demás. Un hombre de sólidos principios familiares, un esposo amoroso y un padre abnegado y ejemplar.

Es un maestro nato, disfruta compartir sus conocimientos. Su labor como docente en la Universidad de Costa Rica la desempeña desde el año 1981, donde imparte la materia de Juicios Universales; y también es profesor insigne en numerosos programas impartidos para la formación de jueces y juezas. Es también un maestro para quienes llegan a trabajar a la Sala Segunda, en cualquier puesto, detectando debilidades pero brindando los insumos para superarlos.

Después de 50 años en la función judicial, y de más 25 en la magistratura, ha demostrado ser un funcionario intachable, un hombre probo, prudente, fiel cumplidor al juramento constitucional que un día rindió. En él se personifican los atributos del juez y de la jueza que requiere el Poder Judicial: estudioso, de principios sólidos, prudente, independiente e imparcial.

Desde su cargo en la magistratura de esta Corte ha tenido la oportunidad de acompañar y brindar sus sabios consejos a varios presidentes de esta Corte, desde don Miguel Blanco, don Edgar Cervantes, don Luis Paulino Mora. En mi caso personal, don Orlando ha sido compañero desde los tiempos universitarios, compartimos las aulas de la Facultad de Derecho. En los últimos 25 años hemos comentado inquietudes y pensamientos sobre el rumbo que debe tener la institución. Siempre he contado con él como una persona de gran sabiduría y prudencia, de quien se reciben criterios sabios acerca de la visión institucional y del país. Muchas gracias don Orlando.

A su familia le manifestamos nuestro cariño y agradecimiento por el apoyo que le han brindado durante todo este tiempo para que él se ocupe con tanta dedicación, como lo ha hecho, a la función judicial. Sabemos que el sacrificio de una persona frente a una institución, va de la mano del sacrificio y de la entrega que también realizan su familia y sus seres queridos.
Don Orlando, el Poder Judicial celebra con usted este aniversario; reconoce y enaltece en usted las grandes cualidades y atributos que lo han acompañado durante su prolífera función como funcionario de esta institución, muy querida suya; y agradece su entrega en la forma como lo ha hecho.

Muchas gracias y buenas tardes.

Licda. Ana Lucía Vásquez Rivera
Lic. Sergio Bonilla Bastos
Licda. Andrea Marín Mena
Licda. Teresita Arana Cabalceta
Licda. Melania Chacón Chaves
Licda. Sandra Castro Mora
Lic. César González Granados
Licda. Mónica Chavarría Bianchini
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