 |
Edwin Retana Carrera, abogado y Fiscal Adjunto de Alajuela. |
Recientemente, hemos sido testigos sobre algunos acontecimientos graves y muy lamentables, donde se cuestiona el desempeño de funcionarios y funcionarias que ejercen la función pública. Aquellos casos calificados como delitos están siendo abordados e investigados por el Ministerio Público; tendremos que esperar los resultados a corto o mediano plazo para emitir alguna opinión o criterio. Cuando surgen hechos vinculados con la corrupción pública, a todos y todas se nos despierta ese interés de opinar, señalando a quienes han infringido la ley o, los más altos cánones de la ética. Cualquier iniciativa jurídica o instrumental para erradicarla o, al menos, contrarestarla tendrá que ser bienvenida y analizada por quienes tienen la autoridad para su aprobación y aplicación. En días pasados los señores y señoras Magistradas que conforman la Corte Plena, crearon muy acertadamente una comisión para analizar esa penetración de la corrupción a lo interno del Poder Judicial; estos ya tuvieron una primera reunión o acercamiento con un grupo de señores (as) diputados (as) de la actual Asamblea Legislativa; será una expectativa que estaremos esperando lo que esta Comisión logre consensuar para fortalecer e impermeabilizar al Poder Judicial de la corrupción y también para reforzar nuestra institucionalidad democrática, lo que consecuentemente le permitirá al ciudadano recibir un servicio público de calidad y de excelencia como lo exige nuestro Código de Ética Judicial. Pero, la intervención inicial de combatir, enfrentar y erradicar la corrupción en la función pública constituye una responsabilidad de todos y todas, no podemos ni debemos limitarla a un grupo reducido de costarricenses. Esta afirmación debe asociarse a la responsabilidad que como padres y madres de familia tenemos con nuestros hijos, o bien, como ciudadano costarricense. Hemos olvidado que la esencial enseñanza de los valores y de la ética, está en el seno del hogar; el inculcar estos principios, como la honestidad, el compromiso, la solidaridad, el respeto, la excelencia, la lealtad, la responsabilidad, entre otros; nos permitirá iniciar una lucha frontal contra aquellas actitudes o conductas antiéticas, inmorales y delictivas. Un niño o niña que se forma bajo dichos principios y valores, tendrá una gran fortaleza e integridad en el futuro. Configura una urgencia retomar y reforzar esta responsabilidad de padres y madres, de ciudadano costarricense; solo así lograremos más y mejores resultados. Ningún padre de familia debe transferir en los docentes, compañeros, amigos o cualquier otro esta responsabilidad de educar y enseñar con valores a sus hijos,; estos tendrán una labor de complemento pero no directa. Ahora bien, el valor es todo aquello que conceptualizamos como importante y que nos permite convivir en paz con nosotros mismos y con nuestro prójimo (el más próximo). Así como le damos un valor relevante a nuestros alimentos, auto, casa, etc; también debemos darle valor a la honestidad, responsabilidad, excelencia, iniciativa, respeto, solidaridad y, muchos otros más a los que cada uno (a) de nosotros (as) le asignará una categoría de importancia. Entonces, reflexionemos sobre el fenómeno actual de la corrupción en la función pública; nuestra principal herramienta de lucha la tenemos siempre a disposición, depende de mí o de usted si la utilizamos, entonces trabajemos con ética y valores en nuestra vida laboral, pero también en lo personal; iniciemos ya con nuestros hijos, compañeros de trabajo, amigos, familiares, etc; no esperemos a que sea demasiado tarde; debemos ser hombres y mujeres de cambio; no esperemos que otro inicie; iniciemos ya; nuestro país se lo merece, es nuestra casa. Si deseamos ser inmortales en esta vida, practiquemos los valores, solo así nos recordarán como hombres y mujeres de bien. En mi condición de funcionario judicial, insto a todos (as) los (as) compañeros (as) que nos unamos en esta lucha contra la corrupción pública; denunciemos aquellos actos antiéticos, inmorales o delictivos; seamos promotores de valores y elevemos nuestra voz diciendo: “No a la corrupción, sí a los valores, sí a una vida plena”. |