Armando Rivera Salas | ||||||
38 AÑOS DE SERVICIO Y DEDICACIÓN | ||||||
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Erick Fernández Masís Periodista
Como un niño en su primer día de escuela… Tímido y con una sonrisa nerviosa que delataba el miedo a lo desconocido. Así se presentó don Armando Rivera Salas el día en que se le hizo esta entrevista, realizada en honor a sus 38 años y dos meses de servicio a esta institución, a la que según él nos cuenta, logró llegar por intercesión de su madre y que con mucho orgullo y amor representó en todo este tiempo, debido a que aquí pasó mas de la mitad de su vida, algo que confiesa, es de lo que jamás se arrepentirá. Oriundo de la Suiza de Turrialba, hijo de Juan José Rivera Vargas y Evangelina Salas Arias, el menor de 16 hermanos, todos trabajadores del campo, como fue lo general en su familia. Es padre de dos hijos, Juan Carlos y Marjorie Rivera Salas, abuelo de cuatro nietos y felizmente casado con Blanca Rosa Rodríguez Aguilar, con quien ha compartido su vida por 44 años. A sus 66 años de edad, dice se siente realizado y satisfecho de su labor, la cual le trajo muchas cosas buenas, como el haber sacado adelante a su familia. Don Armando ingresó a la institución el 2 de febrero de 1976. Trabajador, amigable, servicial y con un don de gente que dejó impregnado en quienes le conocieron en su gran trayectoria en este Poder de la República, durante sus años en la institución, siempre en la Sección de Mantenimiento y Construcción, ha visto desfilar gran cantidad de personas que han sido sus compañeros y compañeras, o como él lo dice, sus amigos y amigas, por lo que indicó que mencionar nombres de todos aquellos que lo hicieron sentir en casa sería injusto, ya que cuenta que durante sus años laborales, solo cosechó cosas buenas. ¿Cómo llega al Poder Judicial? “Mi mamá siempre me dijo, yo no quiero que usted trabaje en el campo, yo quiero que usted trabaje en una institución grande, y gracias a Dios así fue”. Cuenta que tenía dos trabajos antes de ingresar aquí, pero en esos trabajos siempre trató de buscar ayuda para lograr algo mejor. De esta manera, narra que en uno de sus empleos en el Mercado Borbón, conoció a un joven llamado Ricardo Umaña, que según comenta fue quien le ayudó para hacerle el contacto en el Poder Judicial, donde luego fue llamado a una entrevista, la cual fue el inicio de una experiencia que cambiaría su vida. Una vez hecho el contacto, don Armando, rechazando otras propuestas de instituciones públicas en donde también le habían llamado, decidió optar por el Poder Judicial, en donde inicialmente trabajaría por seis meses, pero su mística, dedicación y compromiso le extendieron ese nombramiento por un poco más de 38 años. ¿Qué recuerda de sus primeros años en la institución? Dice que en aquellos años todo era muy diferente, no existían computadoras y todas esas cosas, solo máquinas de escribir: “Aún recuerdo el sonido de las máquinas cuando uno llegaba al trabajo, había muy poquito personal, pero el ambiente siempre ha sido agradable” ¿Se imaginó llegar a trabajar tantos años acá? “Yo nunca me puse un límite en los lugares donde trabajé, yo solo quería salir con la frente en alto, ya que si se dejan las puertas abiertas en los lugares donde usted trabaja, usted puede regresar”. Don Armando indica que incluso ya estando acá tuvo buenas opciones para cambiar de trabajo, pero ya estaba decidido a que este era el lugar donde quería estar. ¿Cuál considera es su mejor cualidad como trabajador?
¿Qué lo hace sentirse realizado? “Mi labor en el Poder Judicial, siempre dedicado a mis compañeros y compañeras, tuve la oportunidad de conocer grandes personas llámese magistrado, conserje o cualquier otro puesto. Me voy realizado de haber trabajado para esta gente que yo quiero mucho, para esta la mejor institución del país, dejo más de 10 mil familiares aquí”. De esta forma, con nostalgia, pero con una gran satisfacción por la labor cumplida, este hombre, amante de la ebanistería y enamorado de sus creaciones, quien gracias a su trabajo recorrió todo el país, se acoge a su derecho de jubilación y se despide de una institución a la que considera su hogar, un lugar que según él comenta, le dio todo a su familia y por lo que estará eternamente agradecido. Con una sonrisa que delata melancolía, don Armando se prepara para su nueva etapa, la de volver a su casa ahora en San Isidro de Coronado y compartir con su familia todas esas anécdotas de la institución más grande del país, a la cual según su historia, su madre lo guió. RECONOCEN TRAYECTORIA JUDICIAL
Durante el convivio, los y las jerarcas destacaron el compromiso y dedicación del señor Rivera durante sus años de servicio, y además le desearon lo mejor en esta nueva etapa de su vida. Don Armando, quien estuvo acompañado de su hijo Juan Carlos Rivera y su nieto, se mostró agradecido con el homenaje, y de igual manera agradeció la oportunidad que siempre le brindó el Poder Judicial para crecer tanto en el ámbito laboral como en el personal. Al final de la actividad, quienes estuvieron presentes compartieron un café con el homenajeado. |
Licda. Ana Lucía Vásquez Rivera
Lic. Sergio Bonilla Bastos
Licda. Andrea Marín Mena
Licda. Teresita Arana Cabalceta
Licda. Melania Chacón Chaves
Licda. Sandra Castro Mora
Lic. César González Granados
Licda. Mónica Chavarría Bianchini
Montaje: Licda. Karen Quirós Fumero
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