PALABRAS DEL DR. LUIS PAULINO MORA MORA
PRESIDENTE DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
CON OCASIÓN DEL ANIVERSARIO DEL PODER JUDICIAL
185 Aniversario
Magistrada Ana Virginia Calzada Miranda
Presidenta, Sala Constitucional

Les doy a todos una afectuosa bienvenida y les agradezco su presencia en estos actos que conforman la conmemoración del ciento ochenta y cinco aniversario de la formal instalación de la primera Corte Suprema de Justicia en nuestro país.-

Pausa.-.
Resulta muy satisfactorio para mí, haber tenido la suerte de poder apoyar desde la Presidencia de la Corte, la iniciativa de promover una celebración formal de la fecha en que el Poder Judicial entra en la escena pública de nuestro país, primero de forma humilde y no muy relevante y luego asentándose poco a poco para convertirse en pilar de la institucionalidad estatal costarricense, tal y como lo es ahora.

En aquel entonces me pareció importante hacer visible para los empleados judiciales y para el resto de la sociedad costarricense al Poder Judicial como una entidad con un profundas raíces y una historia viva, real y valiosa para ser contada, todo para una mejor comprensión y estímulo de las subsiguientes generaciones.-

Lo anterior nos ha permitido, enriquecer y darle mayor alcance y profundidad a la valoración de nuestra institución y a su devenir, en tanto que facilita a las personas entender que el Poder Judicial, con su labor de decir el derecho, no es algo dado ni tampoco automático y desligado del tiempo y del espacio.-

Esto puede parecer irrelevante, pero lo cierto es que nos permite desprendernos de una buena cantidad de mitos y creencias infundadas que –en los hechos- pueden solapadamente alterar nuestra forma de ver y de atacar los problemas de la administración de justicia dentro de un Estado y en particular del nuestro.-

Ubicar la función del Poder Judicial como una tarea ligada estrechamente a un tiempo y espacio político concreto nos ha permitido en concreto entender las necesarias diferencias del juez costarricense de mediados del siglo diecinueve, del funcionario de los años sesenta y setenta del siglo pasado y del administrador de justicia de principios del siglo XXI.-

Externamente puede parecernos que su labor es igual y la misma, porque todos ellos -en el papel- han tenido y tienen la misma labor de resolver las controversias que les presenten las partes; pero en ese apoderamiento estrictamente formal terminan las similitudes.-

La elección por ejemplo, entre un sistema de derecho legislado o un sistema de precedentes y costumbres, o bien entre procesos con prueba tasada o libre apreciación; decidir entre jueces letrados o jueces de equidad; o bien optar por sistemas orales o escritos, todo ello entre muchas otras cosas, afecta profundamente el resultado final de una supuestamente simple operación de resolver conflictos y controversias.-

De esta manera, tener clara la evolución de nuestro poder judicial, tanto en sus reglas de trabajo como su entorno ideológico, lejos de ser un entretenimiento puede resultar vital para comprender para donde debemos y podemos llevar la institución en nuestros días.


En la actualidad, nuestros esfuerzos como institución se concretan en distintos frentes, pero en todos ellos es un elemento importante a tomar en cuenta nuestra tradición histórica y nuestra experiencia de 185 años en el trabajo de administrar justicia.-

Hemos venido planteando la necesidad de cambios que son fundamentales para la institución y muy importantes para la ciudadanía y para sus necesidades, muy diferentes en 1930, en 1970 o en 2011.-

Partimos para ello del reconocimiento de que la sociedad costarricense ha sufrido cambios cualitativos, y que si bien no podemos quedarnos rezagados, no debemos tampoco dejar de acudir a nuestra historia y buscar allí, las bases para reorientar de manera esencial y cualitativa la manera de proveer justicia.-

Dicho así, pareciera existir un dilema ya que, por un lado, contamos con un prestigio fundado en una forma tradicional y conocida de hacer las cosas que presenta a su favor la prueba del tiempo, y por otro lado existe una cada vez mayor presión para abandonar viejas prácticas y adaptarnos a los diferentes requerimientos que la sociedad plantea actualmente.-

Surge así, la necesidad de promover la evolución de la institución pero con ello se tiene la impresión de que arriesgamos perder el hilo que nos liga con aquella institución que hace ciento ochenta y cinco años surgió como parte integrante y necesaria del Estado costarricense.-

Las diferencias parecen efectivamente tan grandes que nos podemos preguntar si nuestra organización realmente conserva algo en común con aquel Poder que brindó en su momento apoyo a la construcción de nuestra nación.-

Pienso que la respuesta es sin ninguna duda afirmativa y precisamente ese hilo conductor, ese sustrato que nutrió al Poder Judicial de entonces y nos nutre ahora a nosotros, es justamente todo el marco de valores que conforma este compromiso ético que hoy expresamos con claridad.-

Antes como ahora, y a lo largo de su vida institucional el Poder Judicial costarricense se ha caracterizado por ser campo de práctica de los principales valores cívicos y morales que como sociedad nos hemos planteado realizar.- Y no es que no haya habido entonces y no haya ahora, personas que se aparten de estas guías y actúen de forma inapropiada.-

Pero yo me refiero más bien a la institución del Poder Judicial en donde la consigna ha sido precisamente la realización de su actividad con sustento y guía de buenos valores sociales, para lo cual es de reconocer la importante labor desplegada durante estos años por la Comisión de Valores, liderada actualmente por el Magistrado Arroyo y hasta hace pocos meses por la Magistrada Carmen María Escoto F.-

Este órgano ha demostrado lo mucho que puede lograrse cuando se tienen metas claras y se cree en el trabajo que se hace; me siento muy satisfecho de que este aniversario se haya fusionado precisamente con un tema tan importante como la expresión formal y clara de nuestro compromiso ético, tanto a través del texto que hoy le ofrecemos al país, como también a través de la obra escultórica que la Comisión ha escogido para representar nuestra disposición, que desde el jardín exterior de la Corte Suprema de Justicia, nos recuerde a todos, la importancia de una vida institucional orientada por la vocación de servicio hacia su sociedad.-

Abrigo la esperanza de que esta obra alegórica, aún con su alma de metal, produzca en nosotros los frutos concretos de un Poder Judicial que realiza su labor apegado a valores favorables a la vida y la dignidad humana y le expreso a su autor, el reconocido artista don Martín Monestel, el agradecimiento del Poder Judicial por su desinteresada colaboración para que tengamos un signo que nos recuerde los principios que de manera estricta debemos tener presentes al desempeñarnos como servidores judiciales.

Con esto concluyo y les agradezco a todos Ustedes por acompañarnos hoy y por querer compartir con nosotros esta alegría que nos embarga y nos motiva para seguir trabajando en la construcción de un mejor sistema de administración de justicia en nuestro país.-

Muchas Gracias.-

Licda. María Isabel Hernández Guzmán
Lic. Sergio Bonilla Bastos
Licda. Andrea Marín Mena
Licda. Teresita Arana Cabalceta
Licda. Marcela Fernández Chinchilla
Licda. Melania Chacón Chaves
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