ACTO DE CELEBRACIÓN DEL 15 DE SETIEMBRE EN LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA | ||
Se podría decir entonces que Costa Rica tiene casi ciento noventa años de edad, lo que para una persona pueden ser mucho, pero para una nación es poco tiempo si lo comparamos con otras naciones como Suiza que tiene más de ochocientos años o Grecia que posee bastante más. Pero creo que igual que ocurre con las personas, para las naciones lo importante no es tanto los años que se tengan sino el desarrollo que se haya dado en ese tiempo y en este sentido Costa Rica ha hecho mucho en poco tiempo. Costa Rica tuvo la fortuna de obtener su independencia sin necesidad de luchar con las armas en la mano por su libertad. Algunos creen que por eso no apreciamos mucho la libertad pero lo cierto es que hemos aprendido a reconocer en la libertad ese carácter de valor esencial para las personas y hemos logrado que el costarricense tenga una especial sensibilidad en ese sentido, mayor incluso que otros pueblos que tuvieron que sacrificarse más por lograr la independencia. Ha sido un esfuerzo de los costarricenses y las costarricenses de muchas generaciones tratar de consolidar una nacionalidad que valora muchísimo la libertad. Esto se lo debemos sin duda a lo aprendido de nuestras generaciones anteriores y debemos estar orgullosos quienes tuvieron la altura de espíritu para estimular y defender –por encima de intereses personales- los valores más fundamentales de nuestra sociedad. No es entonces por casualidad que ocupemos esta ocasión para acentuar en nosotros y también en nuestros niños, niñas y jóvenes aquí presentes, la necesidad de cultivar los buenos valores costarricenses, pues con ello se pone el acento debemos prestarles atención todo el tiempo. Encuentro la ocasión propicia para recordar, que muy cerca de este recinto, el 29 de octubre de 1821, se firmó el acta de la Independencia de Costa Rica, consignada para la posteridad, en el libro de Actas del Ayuntamiento de Cartago. Para aquellos forjadores de nuestra nacionalidad, de vida sencilla, tiene que haber sido un momento dificil, el enfrentarse a un desprendimiento, inesperado para el medio y la pasividad de nuestras gentes, esa época, y colocarse frente a la enorme responsabilidad de estructurar, en todo sentido, la formación de nuestra propia nacionalidad. Sin embargo, la sabiduría modesta y campesina de nuestros próceres de 1821, debió ser muy profunda, cuando a menos de dos meses después, de la firma del acta de Independencia se reunieron en el ayuntamiento a promulgar para la provincia de Costa Rica, el primer ordenamiento jurídico rector. El Pacto Social, Fundamental Interino de Costa Rica, donde se vino a señalar, para las generaciones futuras, las características indiscutibles del ser costarricense: NUESTRO APEGO A LA CIVILIDAD, EL REPUDIO AL MILITARISMO, EL RESPETO AL DERECHO, LA LIBERTAD Y LA JUSTICIA. Como integrante de la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA Y DEL PODER JUDICIAL DE COSTA RICA, me interesa destacar, de aquel PACTO DE CONCORDIA, la idea clara de nuestros constituyentes para concebir dentro de la nueva organización Independiente, las tareas relativas a la Administración de Justicia. LA JUNTA DE GOBIERNO, ASUMIO EL MANDO GUBERNATIVO y ejerció un poder de “autoridad superior” en todos los aspectos de “mando político, diputación provincial y de audiencia”, pero fue excluída, expresamente, en lo Judicial, para actuar sólo como Tribunal de Protección, con la finalidad de que “LOS JUECES CONSTITUCIONALES ADMINISTREN PRONTA Y RECTAMENTE LA JUSTICIA”. Esos sabios principios, que se han ido forjando para caracterizar una propia y singular manera de ser, fueron base y sustento para que a través de tantos años, se fuera consolidando un Poder Judicial, independiente, construido sobre dos pilares, el apego absoluto y exclusivo de nuestros jueces y juezas a la CONSTITUCION Y A LA LEY, y la asignación de un porcentaje mínimo del presupuesto nacional, para el funcionamiento de la Institución. Un Poder Judicial orientado hacia el efectivo cumplimiento de los valores fundamentales, sin distingos de raza, sexo, nacionalidad, religión, color político, es la defensa más vigorosa en favor de la Vigencia de los Derechos Humanos, y es también el requisito indispensable para la seguridad social, sobre la cual puede desenvolverse todo el quehacer humano. La conciencia sobre esa trascendental tarea, es motivo que inspira a más de diez mil servidores y servidoras judiciales en todo el territorio nacional. El respeto a la Independencia del Poder Judicial, concebido como el instrumento necesario para construir la paz social, que permite el desarrollo de un pueblo, no fue un artificio creado por el poder imaginativo de nadie, ni por el tras plante a nuestro suelo de concepciones juridicas foráneas, es el resultado de una interpretación sencilla, de aquellas personas de sabiduría campesina. En 1821 dejamos de ser una colonia española pero con ello solo iniciamos nuestro camino hacia la libertad; hoy, tenemos buena parte del camino andado pero aún queda distancia por recorrer y debemos empeñarnos en mantener el buen paso que llevamos hacia la consecución de una sociedad más libre y por ello mismo más justa. Renovamos hoy compañeros y compañeras del Poder Judicial, nuestro compromiso con el país que nos ha permitido crecer, y con las nuevas generaciones, a quien tenemos el deber de entregarles una nación que nos permita vivir en una democracia más inclusiva. |
Licda. María Isabel Hernández Guzmán
Lic. Sergio Bonilla Bastos
Licda. Andrea Marín Mena
Licda. Teresita Arana Cabalceta
Licda. Marcela Fernández Chinchilla
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