VISITA DE LA PRESIDENTA DE LA REPÚBLICA SRA. LAURA CHINCHILLA MIRANDA |
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Ha sido una sana costumbre, que al iniciar un gobierno, se abran las puertas del diálogo y el encuentro entre los Poderes de la República; es además una clara demostración de la madurez y cultura democrática que alcanza nuestra centenaria democracia. El hecho de que sea el Poder Ejecutivo el que tenga la iniciativa tendiendo puentes y buscando un acercamiento entre nosotros, es muy significativo, como lo es que haya escogido la casa de la justicia como su primera visita oficial. Sin duda es, un signo claro de respeto a la arraigada tradición de los costarricenses de colocar a la justicia como uno de los valores más supremos del estado costarricense. Lo decía don Eduardo Ortíz Ortíz, insigne jurista en su magistral escrito Costa Rica: estado social de derecho, que el costarricense tiene un apego especial a la ley y la justicia, incorporado a la sociología misma del pueblo. En sus propias palabras: “no porque éste crea siempre justa la ley, sino porque detrás de ese amor al derecho y la legalidad, subyace un verdadero deseo de paz social, que de forma importante se ha confiado a la justicia, como encargada de resguardar el estado de derecho.” Los Presidentes y gobiernos de distintos partidos políticos han sabido representar fielmente esa herencia cultural en materia de legalidad y justicia. Podemos encontrar, a través de la historia -a partir del propio Presidente Figueres Ferrer-, no sólo claros signos de apoyo y respeto a la administración de justicia, -concretamente en cuanto a su independencia y apoyo presupuestario-, sino disertaciones enteras dedicadas a exaltar la labor del Poder Judicial y el respeto a la ley, como parte del acervo cultural universal. Para don Pepe, los países pequeños no seríamos los que clavaríamos la bandera en la Luna, pero sí los que podríamos hacer aportes a la cultura universal. Para él, ser conocidos como un país respetuoso de la ley, con un Poder Judicial fuerte e independiente, es uno de esos aportes dignos de exhibir ante las naciones del mundo. A este pensamiento añadió. “En la vida interna de la Nación, conviene tener presentes que somos una sociedad nueva, sin raíces, sin instituciones seculares. Somos como el árbol que lucha en la superficie de una roca; presidentes y diputados vienen y van. No tenemos, como los romanos un senado compuesto por hombres maduros, de nombramiento vitalicio. No tenemos, como las sociedades escandinavas y otras europeas una casa real como símbolo de unidad y permanencia. ¿A cuál institución seglar podrá recurrir el país, angustiado en una crisis que ojalá no se presente?, a la Corte Suprema de Justicia. Continúa señalando: Ese papel de último recurso, que en otros países de América desempeñan infortunadamente las instituciones armadas, que lo represente aquí la institución de la Toga, Cultivemos esta institución no solo como administración de litigios, sino como pivote del mecanismo social, como ancla del navío nacional en tiempos de azotes de tormenta…!” Nos une a ambos poderes un objetivo común: construir las bases y condiciones para que la ideología política contenida en la Constitución, pueda hacerse efectiva y se traduzca en paz y bienestar para los costarricenses. Nos une además la enorme responsabilidad de heredar a nuestros hijos y generaciones futuras, un estado social de derecho más fuerte y consolidado que el que forjaron nuestros antepasados. Nos une también el destino, que nos ha puesto en este momento de la historia a compartir la responsabilidad de hacer efectivos los principios y valores contenidos en el pacto fundamental, cada uno de nosotros desde su ámbito de competencia. Nuestros antepasados tuvieron la visión de entender que el valor justicia es central en el desarrollo y sostenimiento democrático del país. Sería miope considerar el trabajo que aquí se hace, desde un punto de vista distinto, como si se tratara de papeles que van de un lado a otro sin sentido. Detrás de cada expediente, hay un ser humano que sufre, que necesita ser escuchado y que viene en busca de soluciones, sea una señora que busca alimento para sus hijos, o que busca justicia frente al puño de su agresor, o una víctima que procura que la perdida de la vida de su hijo no quede sin consecuencia frente a un conductor borracho o un asesino; un obrero que espera le sean reconocidos sus derecho; un niño que quiere saber quién es su padre. Nos corresponde como Institución hacer cumplir la Constitución y la Ley, que son la columna vertebral del estado de derecho, y a su vez de la democracia, la cual precisamente tiene su sustento en una serie de valores y principios que el ordenamiento jurídico tutela por medio del derecho, y que corresponde a la administración de justicia -en sus distintas instancias-, hacer cumplir, para que la voluntad de la mayoría, expresada en la ley, por medio de sus representantes, sea respetada. Lo que aquí se hace es, parte esencial de un eslabón que sostiene a fin de cuentas la democracia misma. Es una forma muy digna de construir patria, de hacer la diferencia en la sociedad a favor de la dignidad humana y la paz social. En resumidas cuentas, no podría existir democracia sin respeto al estado de derecho, y es a nuestra institución la que le corresponde la delicada tarea de custodiar esos principios y valores en nombre de la sociedad costarricense. La visión de desarrollo que tuvieron nuestros constituyentes, fue precisamente esa, la de no rebajar el valor justicia, a la satisfacción de meros indicadores macroeconómicos o de números. Por el contrario, su visión es la de quien sabe y entiende que no puede existir desarrollo, ni democracia de calidad, sin un sistema de administración eficiente y confiable. Precisamente lo que distingue a este país, de otras naciones hermanas, es que hemos sabido invertir a lo largo del tiempo, en lo importante, en los valores esenciales del estado democrático, aún en tiempos de dificultad. Señora Presidenta, habiéndose dedicado prácticamente durante toda su carrera profesional a la lucha y fortalecimiento del estado de derecho y de la administración de justicia, -incluso como miembra de la Comisión Nacional para la Administración de Justicia- que tiene su sede aquí en el Poder Judicial, no podemos estar más honrados de tener como líder de este país, a una persona que comparte nuestros mismos valores, que ha sido nuestra aliada de tantos años en estos temas; a una persona consciente de que sin un Poder Judicial fuerte y confiable, no es sostenible la paz social ni el proyecto democrático. Hemos estado trabajando muy duro en estas últimas décadas, por una gran transformación en la justicia que siguen con gran interés en Iberoamérica y el mundo. Cambiar un modelo de justicia que este año cumple su 184 aniversario, recargado en la escritura y centrado en el juez, hacia uno que tenga como eje central de actuación al ser humano, basado en la oralidad y en procesos más simples y celeros, altamente tecnificado, más inclusivo y transparente, ha sido un titánico esfuerzo. Nosotros aspiramos a un modelo de justicia democrática, guiado por el respeto a la dignidad del hombre, no ciega a las diferencias odiosas. A una justicia que tenga claro que el ser humano es y debe ser el centro de todo lo que haga; que deje de ver en la forma el fondo y se ocupe de los verdaderos temas sustantivos. Una justicia imparcial para todos sin distingo de raza, sexo o condición, que ampare a los excluidos y que incorpore la dimensión ética y social en su función, y sí por supuesto, a una que sea pronta, cumplida y sin denegación para todos los que necesiten de ella. No hemos llegado a cumplir ese ideal plenamente, pero no vamos a descansar hasta que así sea y esperamos tener en su administración el respaldo con que históricamente hemos contado de los distintos gobiernos en las últimas décadas, que han creído en nosotros y en esta silenciosa pero profunda revolución de nuestro estado de derecho. Como mencioné es una responsabilidad histórica con un país que ha tenido a la justicia como uno de sus mayores tesoros. Pero en estos tiempos de dificultad, representa además, el anhelo de un país entero, que se ha volcado a buscar amparo en esta sede, en momentos en que el país vive momentos difíciles por el aumento de la conflictividad. Nos ha tocado llevar sobre nuestras espaldas esta avalancha de casos que se generan en las distintas jurisdicciones, especialmente en aquellas relacionadas con la materia social y siendo este el último bastión de la institucionalidad, no podemos darle la espalda a los ciudadanos que buscan amparo. Señora Presidenta, el desarrollo humano que sé que tanto anhela para este país, es una aspiración y una responsabilidad compartida con este Poder de la República. Como integrantes de un Estado Unitario como el nuestro, debemos caminar juntos para hacer posible que la libertad y dignidad del ser humano sigan siendo el norte de nuestra sociedad. Doña Laura, su visita nos honra y nos llena de aliento. |
Licda. María Isabel Hernández Guzmán
Lic. Sergio Bonilla Bastos
Licda. Andrea Marín Mena
Licda. Teresita Arana Cabalceta
Licda. Marcela Fernández Chinchilla
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Colaboración: Departamento de Tecnologías de la Información, Poder Judicial
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