ALBERTO BRENES CÓRDOBA

150 ANIVERSARIO

 

 

 

Magistrada Anabelle León Feoli

Presidenta Sala Primera de la Corte

13 de febrero de 2008

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estamos reunidos para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento del ilustre ciudadano, maestro por excelencia y benemérito de  la Patria Don Alberto Brenes Córdoba,

Nació un 13 de febrero de 1858 en San José, hijo de Federico Fernández Oreamuno y de Doña María Jesús Brenes Córdoba, quienes lejos estaban de imaginar que ese hijo iba a ser historia y a dejar una huella en el desarrollo jurídico y cultural de Costa Rica.

Don Alberto Brenes fue maestro de  enseñanza primaria, fundador  y director del periódico  "El Ensayo", integrante de la comisión redactora del Código Civil de 1888, abogado y profesor universitario que con sus disertaciones provocaba un profundo silencio prendido de su suave y sabia palabra, y con sus sentencias como Juez  y Magistrado de la Sala Civil de Apelaciones y de la Sala de Casación se disfrutaba del lenguaje claro, sencillo y preciso de sus obras jurídicas, como de la profundidad de sus razonamientos.

Su loable dedicación a la enseñanza y formación de la juventud costarricense data desde temprana edad; había cumplido apenas los veintiún años, cuando obtuvo el título de maestro.  Ejerció el magisterio por dos años, el profesorado de secundaria por quince y la docencia universitaria por cincuenta y dos años.

En el libro "Tratado de los bienes" sétima edición don Rogelio Sotela Montagné  describe a don Alberto, en su vida universitaria como "Un anciano de cuerpo pequeño, delgado, de color trigueño, de bigote recortado, vestía un pantalón claro y una levita negra y se apoyaba en un bastón de puño de plata.

Por su parte el  Licenciado Víctor Manuel Elizondo, ilustre Jurista del foro nacional, para conmemorar su ingreso a la Escuela de Derecho en el año 1916, ubicada, en ese entonces,100 metros de la parte posterior de la Catedral, publicó  un emotivo artículo en que, sobre Don Alberto señaló:

            -"Me impresionó la serenidad de su rostro y la dulzura de su mirar, nos saludó con una inclinación de cabeza y yo sentí que me bañaba toda la bondad de su corazón.  Me inscribí en el curso del año 1916.  En el corredor de la Escuela nos agrupábamos los compañeros entre los que recuerdo a Julián Marchena, a don Rubén González Flores, a don Rogelio Robles Peralta, a don Leovilgildo Morales Ramírez, a don Moisés Gómez, esperando que sonara el timbre para entrar a clases.  Parado cerca de la puerta, apoyado en su bastón también esperaba el profesor licenciado don Alberto Brenes Córdoba, que nos iba a dar nuestra primera lección.  Entramos en el aula, nos acomodamos en los pupitres y don Alberto se sentó en el sillón de su cátedra.  Nos miró y abrió su libro, el tratado de los Bienes, comenzando a hablar con voz suave, mesurada, que a veces subrayaba con una sonrisa.

-Hoy vamos a  iniciar el estudio del segundo libro del Código Civil, que se refiere a los bienes.

-Nos mantuvo durante la hora de clase en un profundo silencio, prendidos de su suave y sabia palabra”.

Don Alberto, fue sin duda, hombre estudioso, que no se limitó a hacerlo con el Derecho. Posiblemente intrigado por el misterio de la muerte y del más allá, transitó todos los caminos de la filosofía, buscando la verdad y así no sólo ahondó en la doctrina católica en las fuentes que le suministraban la Biblia y los escritos de los Padres de la Iglesia, sino que incursionó en la filosofía oriental.  Por temporadas fue libre pensador, para llegar de nuevo en los últimos años al credo en que había nacido. Se cuenta que en una ocasión, dando un curso de historia del derecho y hablando de la legislación hebrea, incidentalmente recordó a Jesús a quien describió recorriendo los campos de Palestina El timbre indicó que la clase había terminado, llegó el profesor que había de impartir la lección siguiente, pero al ver a don Alberto tan entusiasmado con su conferencia y notar el interés con que lo escuchaban, se marchó....

En su formación académica e intelectual ampliamente reconocida, también incursionó en la filología, al grado  que su labor en este campo, dado el conocimiento sistemático y riguroso que alcanzó del idioma español, fue plasmado en obras como Ejercicios Gramaticales y Curso Elemental de la Lengua Castellana, que le valieron su silla como miembro de la Academia Costa rricense de la Lengua. 

No escatimó esfuerzos en servir a la Patria. Sirva de ejemplo su valiosa participación en el Código Civil y Código de Procedimientos Civiles de 1888, sus designaciones como Subsecretario de Relaciones Exteriores y carteras anexas en 1889, Promotor Fiscal y Juez de Primera Instancia.  También, fue Magistrado de la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica.

Hoy, 150 años después de su nacimiento, a través de sus obras que se enseñan en las aulas universitarias, guía los pasos de estudiantes abogados y jueces, pernea la interpretación de normas e institutos civiles y con mucha frecuencia tiene la última palabra en diferentes foros de la comunidad jurídica.

Don Alberto ha dejado huella. Trazó un camino que sin distingos invita a la reflexión, a la mística y al servicio de los demás.

Gracias Don Alberto. Hoy hacemos honor a su memoria, a sus enseñanzas, a ese pensamiento  crítico y agudo que nos dejó.