San José, Costa Rica, Jueves 16 de agosto de 2007
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La Sala Constitucional rechazó un recurso de amparo interpuesto por un padre de familia molesto porque su hijo fue sometido a una requisa que buscaba comprobar los rumores de que éste consumía y distribuía drogas.
El centro educativo de carácter privado optó por terminar con el contrato de estudios del menor, quien se negó a realizarse la prueba doping para detectar la presencia de drogas en su organismo.
Esto llevó al furioso padre hasta la Sala Cuarta, que declaró sin lugar el reclamo tras determinar que “la diligencia se desarrolló en el marco del más absoluto respeto a la dignidad del estudiante, con la explicación del motivo del acto y sin trascender en ningún momento en el ámbito de su intimidad y voluntad”, reza el fallo.
Aunque muchos consideran que la autorización a los centros educativos para realizar las pruebas doping atenta contra los menores, los magistrados afirman que “la institución recurrida tiene la obligación de garantizar el derecho a toda la población estudiantil a realizar su desarrollo académico en un ambiente sano y respetuoso del ser humano”.
Aunque el Ministerio de Educación Pública (MEP) no maneja cifras del problema de drogas en los centros educativos privados, en las instituciones públicas el aumento de casos es alarmante.
Rocío Solís, directora de Asuntos de la Niñez y Adolescencia del MEP, indicó que en 2005 se registraron 3 mil casos de estudiantes que consumían drogas pero el año anterior esa cifra se elevó a 8 mil.
“Hago un llamado a los padres de familia para que no se enojen cuando se les dice que el chiquito está consumiendo drogas o cuando se habla de revisar los bolsillos. Lo que deben hacer es aceptar y ayudarle al muchacho”, comentó la experta.
Aunque el MEP desarrolla programas preventivos con los alumnos de escuelas y colegios para evitar que caigan en la trampa de las drogas, éstos no son suficientes.
“Nosotros en los centros educativos tenemos la obligación de llamar la atención y de poner límites, pero en las fiestas y la calle los padres de familia deben tener el control total”, recomienda esta profesional.
La comunicación y la comprensión entre padres de familia e hijos es fundamental para que los muchachos aprendan a decir no a las drogas.