Lunes 05 de diciembre,
2005
San José, Costa Rica.
Se llama autopsia psicológica
Nueva herramienta da luz a las muertes enigmáticas
Técnica se utiliza como un apoyo para
aclarar los suicidios e incluso homicidios
Método permite señalar sospechosos en crímenes donde se
desconoce autor
Carlos Arguedas C.
carguedasc@nacion.com
La extraña muerte de un joven de 16 años, debido a una herida de bala en la cabeza, sin que en la cama donde apareció el cuerpo quedaran rastros de sangre ni se encontrara el arma de fuego, tenía inquieta a la fiscalía.
Existía duda sobre lo sucedido en aquella casa, ubicada al sur de San José, pues mientras la familia insistía ante conocidos que se trataba de una muerte natural por un mal congénito, a las autoridades judiciales les inquietaba no poder determinar si era un suicidio o un homicidio.
Ante la incertidumbre, la fiscal a cargo de la pesquisa pidió, meses después de sucedido el hecho, a la Sección de Psiquiatría y Psicología Forense del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), aclarar lo sucedido.
Pioneros. La solicitud presentada hace siete años sirvió para que los psicólogos Mario García Hidalgo y Mercedes Loaiza realizaran la primera autopsia psicológica en nuestro país, a pesar de que esa herramienta era usada en Estados Unidos desde la década de los años sesentas.
Tras aquella primera experiencia, unos pocos fiscales e investigadores del OIJ vislumbraron en este método la ayuda idónea para tratar de clarificar casos de muertes que se mantenían como un enigma.
El instrumento rindió frutos, al punto que en nuestro país se han hecho 12 trabajos, de los cuales seis se han realizado en los últimos dos años, tras gestiones presentadas por autoridades judiciales de San José y Heredia.
La última fue realizada al policía Orlando Jiménez Jiménez, quien protagonizó la masacre en la Embajada de Chile, ubicada en barrio Dent de Montes de Oca, el 27 de julio del 2004. El resultado de la investigación se entregó en setiembre pasado.
Sin embargo, las peticiones no cesan pues actualmente los especialistas del OIJ trabajan en otro caso que aún está en el misterio.
Tras la huellas. La autopsia psicológica lo que procura es reconstruir la vida del fallecido.
Se revisan documentos, fotos, el estilo de vida, el expediente clínico, estados bancarios, seguros de vida, al tiempo que se trata de interpretar las huellas psicológicas en el espacio donde habitó el occiso, explicaron el psiquiatra Nino Castro Carboni y la psicóloga Carmen Zeledón Grande.
La idea es elaborar un perfil psicológico del sujeto para conocer su estado mental, si había tenido una pérdida de la realidad y establecer áreas de conflictos.
En el caso del joven de 16 años, los especialistas determinaron que era un muchacho católico no practicante, sin antecedentes hospitalarios, con un promedio de calificaciones de 75. Era un estudiante repitiente sin pasatiempos ni aficiones deportivas.
No consumía tóxicos y era hijo de padres divorciados. Lo crió la abuela, pero antes de su muerte el padre regresó a su vida. Para evitar ese reencuentro la madre se lo llevó. Esto creó una baja autoestima.
Resultado. Con las observaciones, entrevistas y evidencias recogidas, el encargado de la autopsia entrega el resultado sobre la causa de la muerte, la cual siempre se señala en términos de probabilidad, explicó Carmen Zeledón.
Cuando el trabajo establece que el fallecimiento es homicidio, la autopsia psicológica señala un círculo de sospechosos, que es de gran ayuda para aclarar la investigación policial.
Aunque esta herramienta aquí se ha usado en casos penales, en otras naciones ha servido para dilucidar disputas de derecho civil cuando hay pugnas por herencias o reclamos por seguros de vida.
Cuando Mario García y Mercedes Loaiza concluyeron que el joven de 16 años se había suicidado y que su familia lavó la sangre del cuarto y escondió el arma para tratar de ocultar el hecho, la fiscalía archivó el caso.
Sin embargo, psicólogos y psiquiatras consultados coincidieron en afirmar que todavía policías, fiscales y jueces desconocen de la utilidad de las autopsias psicológicas.
Incluso piensan que podrían usarse en más casos de muertes.
Aquí empezó en la década del 90 Poco usado La autopsia psicológica como técnica pericial surgió en los años 60 en Estados Unidos, como una herramienta para dilucidar las muertes dudosas. La técnica fue adaptada por el Instituto de Medicina Legal, de La Habana, Cuba, desde donde fue transmitida en la década de los 90 a los países latinoamericanos. La herramienta usa un protocolo llamado Modelo de Autopsia Psicológica (MAP 1) que está estructurado y sistematizado de manera que todos los exploradores tienen que seguir los mismos lineamientos para evitar elementos subjetivos. En Costa Rica se comenzó a aplicar en la segunda mitad de la década de los 90, con la muerte de un joven de 16 años. Luego se hicieron otros de una manera aislada, pero en los dos últimos años, se incrementó la demanda. Hasta ahora se han realizado 12 investigaciones. Aunque no hay un tiempo definido para entregarlas, requiere mucho trabajo de campo y los resultados pueden presentarse en un lapso que va de los dos a los seis meses. |
Tras niñas asesinadas
A las niñas Jackeline Rodríguez Ríos, de 17 años, e Ivette Badilla León, de 14 años, cuyos cuerpos desmembrados aparecieron en diversos lugares en los años 2000 y 2001, se les sometió a una autopsia psicológica. El objetivo de la investigación era establecer un círculo de sospechosos pues los homicidios continúan con autor desconocido.
Durante el trabajo, los psicólogos y psiquiatras trataron de reconstruir las vidas de Jackeline, vecina de Los Guido de Desamparados, e Ivette, quien habitaba en Tirrases de Curridabat, en San José.
Los expertos, con fundamento en las entrevistas, conocieron sobre los antecedentes de las niñas y cómo se iniciaron en el consumo de drogas, especialmente, el crack.
Incluso se llegaron a identificar los lugares (conocidos como búnker) donde las menores se reunieron con amigos para realizar fiestas.
Asimismo, la investigación puso al descubierto que las menores recibieron ayuda como comida y plata de ciertos benefactores, en distintos momentos de sus vidas.
El trabajo reveló el círculo de posibles sospechosos, entre ellos proveedores de drogas, pero aunque las pesquisas se guiaron hacia un individuo, nunca se le pudo relacionar con los homicidios. Para los expertos, el trabajo también es de utilidad para prevenir el consumo.