“Juramentación de Juezas y Jueces de la República” |
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Discurso del Dr. Fernando Cruz Castro |
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En este tipo de actividades las reglas habituales de protocolo mencionan que uno debe iniciar con una felicitación; la cual efectivamente es más que merecida. El día de hoy todas y todos ustedes, serán juramentados para ejercer sus respectivos puestos como jueces y juezas de la República, bajo un acto que reviste solemnidad y compromiso. La felicitación es extensiva, porque para muchas personas llegar a este día es sinónimo de atravesar no solo las pruebas que realiza la institución para cumplir con lo necesario para estar aquí, sino también, reviste un sacrificio interno, muy a nivel personal, desde la persona que por muchos años se ha desempeñado como técnica judicial u otro puesto dentro de la institución y que, con mucho esfuerzo y sacrificio, logró sacar su carrera en Derecho y hacer los exámenes necesarios. Hasta la persona que lleva ya sus años litigando, o los casos quizás de otras personas que tuvieron la dicha de solamente dedicarse a estudiar y poder el día de hoy estar aquí presentes. Lo importante es entender que cada persona libra su propia lucha interna y sabe el nivel y la magnitud del esfuerzo y la dedicación que conllevó el poder llegar hoy aquí. El día de hoy, inicia una nueva etapa, donde una vez juramentados y juramentadas, ustedes serán jueces ante Dios, la Patria y el pueblo de Costa Rica. Pero ser juez no implica un trabajo convencional, no es algo que se ejerza por unas horas y luego se desprende uno de ese cargo. Ser juez de la República implica un orgullo, y quizás muchas personas vean este cargo como una oportunidad para crecer laboral y económicamente. Sin embargo, ser juez va más allá de un título, o un salario; ya que ser juez de la República conlleva una serie de obligaciones éticas y morales frente a las personas usuarias, pero sobre todo, frente la sociedad costarricense. Porque todas y cada una de las decisiones que ustedes tomen tanto en su labor jurisdiccional como en su vida personal, tendrán una trascendencia sumamente importante en la forma en la cual nuestro país ve al Poder Judicial y la forma en la cual la gente confía o no en las instituciones que imparten justicia dentro del Sistema democrático que tenemos. Desde su rol jurisdiccional, contaran con un principio de independencia judicial, que les permitirá tomar las decisiones -ojalá siempre- sin intentos de intervenciones externas. Esa independencia será guiada por los parámetros que la Constitución y la ley establezcan. Pero también, su rol como personas que imparten justicia implica un profesionalismo y dedicación en su trabajo, siendo casi que un requisito indispensable, el continuo aprendizaje y actualización de conocimientos, porque el juez debe siempre distinguirse por encima de los demás profesionales como bien lo señalaba don Pepe Figueres en su Libro Cartas a un ciudadano cuando menciona: “si la carrera judicial llegara a convertirse en un refugio de profesionales que no logra distinguirse en la práctica de la abogacía, la calidad de nuestra justicia se deterioraría.” Y es que, en tiempos de cantidad, hablar de calidad se torna complicado; sin embargo, los nuevos operadores y operadoras de justicia tienen un reto muy grande, el de mantener ritmos ajetreados de trabajo, pero a la vez, generar un trabajo que debe plasmar la calidad misma de lo que esa persona como juzgadora representa. El juez y la jueza deben distinguirse por sus principios, su trabajo y su compromiso con la justicia. Asimismo, en el ámbito personal, decía Marco Aurelio que: “breve es la vida. Debemos aprovechar el presente con buen juicio y justicia” Ese buen juicio y justicia son elementos que deben calar en la esfera interna de la persona juzgadora, y para ello, siempre resulta importante hacer un examen interno, y delimitar cuales principios y virtudes rigen nuestro actuar cotidiano, y por lo tanto, nos definen como personas. Quien no se conoce a sí mismo, no podrá nunca entender a los demás. Pero ese examen interno no solo debe visualizar aquellos principios que gobiernan nuestro ser, sino también, identificar aquellas falencias y defectos que yacen en el fondo de nosotros, con la finalidad de buscar el camino que nos permita cambiar esos defectos y transformarlos en virtudes. Así por ejemplo, al inicio la soberbia podrá apoderarse de algunas personas, haciendo creer la falsa ilusión de que el juez es superior al resto de compañeros y compañeras de despacho. Sin embargo, es importante entender que el rol del juez se debe enmarcar como un guía o líder para su equipo de trabajo y por lo tanto, la soberbia nunca deberá tener lugar. Entender que el juez es el líder en ese equipo de trabajo, es entender que debe respetar y valorar el trabajo y el rol que realiza cada persona en el despacho, como un engranaje donde cada una de las piezas genera su movimiento. Otra línea por trabajar a nivel interno es el tema de la ambición; querer más siempre a la larga será perder más; y que quiero decir con esto, pues que a veces el ambicionar cosas materiales conduce a la toma de decisiones equivocadas, que luego pueden traducirse en caer en la tentación de unirse a bandas de crimen organizado por el solo hecho de percibir algo más de dinero. Porque al final como decía Seneca: “los males dudosos atormentan más” . De ahí la importancia de hacer ese examen interno, y reconocer que principios y valores van a regir su accionar en la judicatura y en su vida en general. La virtud se trabaja a lo interno, y se consolida con los años. El día de hoy les deseo el mejor de los éxitos en su labor, porque el éxito de ustedes supondrá el éxito de nuestra institución y esto se traducirá en un mejor Poder Judicial y por lo tanto, en una mejor Costa Rica. |