| Opinión | |
Solo el Poder Judicial salvará la democracia |
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José Miguel Corrales Bolaños |
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La columna vertebral sobre la que descansa el sistema democrático de gobierno fundamentalmente es el Poder Judicial. Es de vital importancia reformar la manera en que en Costa Rica se nombran los magistrados y jueces. Curiosamente, en nuestra patria resulta más honroso ser magistrado suplente que propietario, porque para ser magistrado suplente la Asamblea Legislativa tiene que escoger a los magistrados de una lista que envía la Corte Plena al Parlamento, en cambio, al magistrado propietario le basta tener un padrino político, con las excepciones de rigor, y ya es magistrado. En consecuencia, y para que sirva de base de discusión, proponemos el siguiente sistema: 1-) Una terna de las universidades donde se gradúan abogados. La razón es darle la oportunidad al Parlamento de escoger un académico porque posiblemente las universidades envíen lo mejor de sus profesores. Esto les servirá a los diputados para escoger un académico dado que, según el informe que tienen los diputados, las sentencias están siendo dictadas con base en machotes. Además, debe dársele la oportunidad al Parlamento de escoger un nombre de la terna que envía la Corte, porque posiblemente Corte Plena enviará el nombre de jueces que se han destacado en el desempeño de la judicatura. O bien, darle oportunidad al Colegio de Abogados que envíe una terna donde posiblemente el Colegio enviará una lista de tres abogados litigantes. Corte Plena ya tuvo la oportunidad de tener dentro de sus miembros a magistrados como don Fernando Volio Sancho y don Antonio Arroyo, que en su momento dieron lustre a la magistratura con sus votos, que primero empezaron siendo votos salvados o de minoría, y luego se convirtieron en votos de mayoría, y la razón fue que dichos votos tenían un enfoque distinto de la justicia que tiene el académico y que tiene el juez forjado en la judicatura. Además, se puede revocar el nombramiento de un magistrado con 38 votos o más. Cuando un magistrado quiera ser reelecto, la nota de Corte Plena informando a la Asamblea Legislativa del vencimiento de su nombramiento tiene que ser conocida en plenario, y este para sustentar un nuevo nombramiento necesitará el 70% de votos a favor del total de sus miembros, y la votación será nominal y pública. En síntesis, la Asamblea Legislativa no debe quedar libre para escoger a los magistrados que quieran los políticos de turno. 2-) Para nombrar a los jueces de instancia, los nombres deben venir de una terna que envíe el Consejo de la Judicatura, la cual hará el examen de conocimientos a los aspirantes a ocupar el puesto de jueces. El Consejo de la Judicatura -si se está de acuerdo con esta propuesta- tiene que crearla, porque no existe en la legislación costarricense. Quien nombre al titular del juzgado de la plaza vacante será un jurado que lo integrará: un representante de Corte Plena, un representante de las universidades que gradúan abogados y un representante del Colegio de Abogados. Los votos para escoger magistrados y para escoger jueces serán privados. 3-) También debemos reformar el Código Penal para que la figura delictiva del prevaricato, además de dolosa, sea culposa. 4-) Debemos reformar la Constitución Política para que la acción penal contra los delitos contra la Hacienda Pública sea imprescriptible. 5-) También debemos aprobar el Referéndum Revocatorio de Mandato, para que las autoridades nombradas por el soberano, que en la democracia es el pueblo, puedan revocarse por medio del voto su nombramiento, después de un juicio que tenga todas las garantías procesales. No es posible que un mal gobernante en Costa Rica solo pueda revocarse su mandato por el golpe de Estado, que es de las guerras la más odiosa, porque es la lucha del hermano contra el hermano, y de padres contra hijos. 6-) Para evitar que avance la corrupción y además evitar el avance del narcotráfico, que carcome las entrañas mismas de las personas y de nuestro sistema político, reformar el Código Electoral para que sea el Tribunal Supremo de Elecciones el que maneje el dinero que se gasta en las campañas políticas, porque son dineros públicos provenientes de los impuestos y los partidos políticos son entes de derecho privado que cumplen con una función pública. En consecuencia, los partidos políticos tienen que presentar un presupuesto de gastos al Tribunal Supremo de Elecciones para su conocimiento y aprobación y luego éste empezará a girar el dinero. Evidentemente bajo el control de la Contraloría General de la República. Si el pueblo costarricense cubre los gastos de las campañas políticas, no debe permitirse la contribución de personas físicas o jurídicas, pero la ley sí lo permite. En consecuencia, debe de procederse de igual forma que con los dineros provenientes de la llamada “deuda política”. Esto es, el dinero lo deposita la persona física o jurídica en el Tribunal Supremo de Elecciones a favor del partido de su simpatía y el partido debe presentar un presupuesto de cómo gastará ese dinero. Luego se gira a los interesados bajo el ojo avizor de la Contraloría General de la República. Repito, me he permitido presentar estas ideas para su conocimiento, para que -si son de recibo- sirvan como base de discusión. Hoy Costa Rica entera tiene conocimiento de una parte de la corrupción que tiene al país postrado sin tener todavía la dicha de ver por lo menos al final del oscuro túnel, una luz que le devuelva un hálito de esperanza y fe a un pueblo sediento de un mejor futuro para sus hijos y nietos. Vale la pena recordar la frase del poeta costarricense Isaac Felipe Azofeifa, que inmortaliza en un poema que está a la entrada del Instituto Nacional de Seguros, a una señora guanacasteca, que dice: “De veras, hijo, ya todas las estrellas han partido. Pero nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer” (Isaac Felipe Azofeifa. Del Poemario “Vigilia en pie de muerte”, 1961, con el que ganó el primer lugar del “Certamen Nacional de Poesía de la Hermana República de El Salvador). ¡Sí costarricenses, arriba corazones que vendrán tiempos mejores, dado que; después de estar viviendo; ésta la noche más oscura desde la independencia patria, está muy pronto a llegar ese nuevo amanecer que nos habla Isaac Felipe en su poema, con un nuevo pacto social fundamental, como fue el Pacto de Concordia en 1823, ¡donde todos los y las costarricenses estemos representados en igualdad de derechos y oportunidades bajo este mismo cielo y esta misma tierra que es Costa Rica! |