Discurso con motivo de la Conmemoración del Día Internacional de la Mujer

La justicia, la igualdad, la solidaridad, los valores añejos que inspiran la ciudadanía liberadora de las mujeres

Dr. Fernando Cruz Castro
Presidente, Corte Suprema de Justicia
Viernes 8 de marzo, 2019
Auditorio Miguel Blanco Quirós, OIJ

Dr. Fernando Cruz Castro
Presidente, Corte Suprema de Justicia

Como Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la República de Costa Rica, considero un honor participar en la conmemoración del día internacional de las mujeres. Afinar la visión y la sensibilidad para comprender la injusticia que durante mucho tiempo lució “natural”.

Los antecedentes de este día de reflexión se remontan a mediados del siglo XIX, en el pleno apogeo de la revolución industrial, que trituraba la dignidad del ser humano. Eso no hay que olvidarlo, las revoluciones no garantizan la dignidad de los que la protagonizan. El 8 de marzo de 1857, miles de trabajadoras textiles salieron a las calles de Nueva York con el lema 'Pan y rosas' para protestar por las míseras condiciones laborales y reivindicar un recorte del horario y el fin del trabajo infantil. Hoy quizás muchos inmigrantes deberían marchar en las grandes urbes norteamericanas, por el pan y la dignidad.

Fue una de las primeras manifestaciones para luchar por los derechos de las mujeres, cuyas condiciones de trabajo eran peores de las de los hombres, dada la negación de la dignidad eminente de las mujeres. Diversos movimientos y protestas, como la huelga de camiseras de 1909, se produjeron a partir del episodio mencionado, los cuales sirvieron de referencia para definir el ocho de marzo como el Día Internacional de la mujer. El capítulo más cruento de esta sucesión de injusticias se produjo, el 25 de marzo de 1911, cuando se incendió la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Un total de 123 mujeres y 23 hombres murieron atrapados por el fuego. La mayoría eran jóvenes inmigrantes de entre 14 y 23 años. Como siempre, los grupos vulnerables, mujeres, inmigrantes, menores de edad. Estas injusticias se han superado en algunos casos, pero brotan en otros contextos y siempre son protagonistas las mujeres, los niños y los migrantes.

El presente año se conmemora el 70 aniversario de nuestra Constitución Política. No me cabe la menor duda que la liberación de los prejuicios y las discriminaciones de género pasan por el fortalecimiento del Estado social de Derecho, tan venido a menos en las últimas décadas. Es a partir de una visión solidaria que se produce el progreso social, incluido, por supuesto, el reconocimiento pleno de la igualdad entre los hombres y las mujeres. El reconocimiento de la igualdad, la equidad y la participación de las mujeres requieren una visión desde el Estado social. Desde la solidaridad social, porque no hay cambios de alcance colectivo, sin una visión solidaria.

En el ámbito del Poder Judicial se han llevado a cabo importantes esfuerzos para que se respeten los derechos humanos de las mujeres y se ponga fin a la violencia y discriminación en su contra. Violencia contra las mujeres, con tantos rostros, algunos no son visibles al control social o al control judicial. La violencia contra las mujeres, la discriminación por razones de género, la desigualdad, esos son los escenarios de una discriminación que niega la dignidad de las personas.

Desde el año 2001 se creó la “Comisión de Género”, cuya función primordial es definir los lineamientos necesarios para la incorporación de la perspectiva y el análisis de género en el quehacer del Poder Judicial y es el ente rector de la Política de Igualdad de Género. Además la institución cuenta, desde el 2003, con la Secretaría Técnica de Género y Acceso a la Justicia y con una “Política de Igualdad de Género” que fue aprobada por la Corte Plena en la sesión Nº 34-05, del 07 de noviembre de 2005, artículo XIV, cuyo principal objetivo es garantizar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y la no discriminación por género en las decisiones judiciales, en el servicio público de la administración de justicia, y en el funcionamiento interno del Poder Judicial. Es el paradigma para superar un discurso arraigado, asentado en el alma de tantas personas, hombres y mujeres.

En el marco de esa Política de Igualdad, la Secretaría de Género ha desarrollado sus funciones en las siguientes áreas de trabajo: a) género; b) hostigamiento sexual y violencia doméstica; c) acceso a la justicia; y d) Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia. Es una labor que fortalece el camino liberador hacia una sociedad más justa, más solidaria, más humana.

De igual forma me honra participar en el III aniversario del Observatorio Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia, el cual es un instrumento sumamente valioso pues a través de la recopilación de información sistemática y actualizada crea un especio donde se pueda dimensionar y evidenciar la magnitud de las principales violencias de género contra las mujeres, como el femicidio, la violencia doméstica y la violencia sexual. Son crónicas de inhumanidad sobre la que el Poder Judicial puede tener una definida incidencia.

El 8 de marzo es un espacio de reflexión para fortalecer la conciencia del pueblo costarricense sobre la relevancia de las cuestiones de género, cuyo contenido es lacerante, por eso requiere una respuesta que sea acorde con los derechos fundamentales y la dignidad de la persona. La discriminación es una constante en el ser humano, la devaluación del otro, la centralidad del ego deformante, el ser humano va y vuelve de esos extravíos, así lo hace con cualquier tipo de discriminación, que sobrevive y mora en el alma de todos, por razones atávicas, culturales, por prejuicios, incluidos los religiosos. Visiones tradicionales que invisibilizan los problemas de la postergación por razón de género, ingreso, oportunidades, son todas monedas del mismo cofre de las injusticias. No basta la Constitución ni las Convenciones Internacionales, debe existir una denuncia permanente y una acción que ilumine las injusticia que parecen “naturales”, especialmente en contra las mujeres, de los marginados, de los que se les niega su dignidad e igualdad plena. El Poder Judicial debe contribuir para que los derechos de las mujeres, alcancen plena vigencia en un marco de una sociedad igualitaria y equitativa. El Estado social y las reivindicaciones de las mujeres requieren inversión social, recursos, no son sólo formalidades jurídicas las que definen estos temas. Por eso no se puede ignorar que se posterga una sociedad más justa, más humana, cuando no hay equidad tributaria y las metas que caracterizan un desarrollo humano equitativo se ponen en el terreno de las aspiraciones inalcanzables ante el lenguaje de una economía que no es equitativa, aunque aparente una neutralidad engañosa. Doy un ejemplo: la red de cuido. No se ha podido desarrollar satisfactoriamente, porque no hay recursos y esa es una razón de Estado, una razón insalvable para que las aspiraciones, las reivindicaciones legítimas, se posterguen para una mejor ocasión. Por razones eminentemente económicas, los instrumentos que permiten aplicar acciones afirmativas y reconocimientos para las mujeres, se han postergado en la empresa privada. La política de género en la empresa privada, es poco significativa. Son buenos los discursos, pero mejor aún si el paradigma de la igualdad de género se aplica con vigor y eficacia en la empresa privada. La evolución hacia una sociedad más justa en esta materia, no puede circunscribirse al sector público. Esa es otra debilidad, que es bueno recordarla en un día tan importante; buenos los discursos, pero mejor aún las políticas concretas de género en el sector privado. Las caras se alargan, las sonrisas desaparecen, cuando examinamos lo que hace falta, lo que se omite sistemáticamente.

Una sociedad con un reconocimiento pleno a los derechos de las mujeres, no es un discurso menor, las reivindicaciones de género tiene un poder revolucionario, para cambiar perspectivas y para buscar otras soluciones. Sabemos bien que la acción de la justicia, tiene serias limitaciones, es posible que no veamos la injustica.

Tantas mujeres que en soledad han planteado rutas diversas para superar la alienación, la postergación y la desigualdad que sufren las mujeres. Hoy puedo recordar, entre otras, a Yolanda Oreamuno, que en su ensayo escrito en 1938, ¿ Qué hora es ? afirma que : “Así, lo necesario es forjar la verdadera personalidad femenina, único remedio contra la frivolidad y demás aberraciones apuntadas. Una personalidad equipotencial, nunca igual a la del hombre, que nos faculte para escoger rutas cuando hay cerrazón de horizontes. Un estado de espíritu de solidez tal que nos convierta en compañeras y no en esclavas, acusadas o encubiertas del hombre”. Es una declaración de principios, cuando Yolanda tenía veintidós años, expresada en la Costa Rica de 1938. Imaginen el sojuzgamiento de las mujeres, así como su ausencia de derechos, que abarcaba, con otra coloratura, a los obreros y campesinos. Un gran desafío: Que las personas, hombres o mujeres, puedan escoger rutas cuando hay cerrazón de horizontes, así es, horizontes cerrados por la intolerancia, la ignorancia, los prejuicios, el fundamentalismo religioso, la ausencia de ideales sociales, la muerte de la igualdad en las manos del pragmatismo económico. Tantas son las fuentes de esos horizontes cerrados. Que las mujeres puedan ser compañeras, que puedan ser iguales, sin sufrir la esclavitud de los prejuicios o la servidumbre de una cultura que impone unas cadenas que se eternizan en la invisibilidad.

Debo expresar un sincero reconocimiento a las mujeres que han trabajado y trabajan en la institución, pues con su esfuerzo y labor diaria, han derribado los prejuicios que inspiran el discurso patriarcal. La liberación de las mujeres, es sólo una parte de la ciudadanía que requiere una visión y una participación que responda a las raíces de una sociedad auténticamente democrática.

Muchas gracias.

Lic. Sergio Bonilla Bastos
Licda. Andrea Marín Mena
Licda. Teresita Arana Cabalceta
Licda. Melania Chacón Chaves
Licda. Sandra Castro Mora
Lic. César González Granados
Licda. Mónica Chavarría Bianchini
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