Presidente de la Corte: ‘Estoy
tranquilo porque no ambiciono quedarme mucho’
Fernando Cruz Castro asumió el
cargo el 1.° de agosto y espera tener el tiempo
suficiente para recuperar la confianza de la ciudadanía en la institución
Comenzó como juez de faltas y contravenciones
en 1972. Con 46 años de carrera y contra muchos pronósticos, Fernando Cruz
Castro llegó a la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia en agosto pasado.
Afirma que llega sin rencores, sin la
intención de convertirse en un “salvador”, sin ambiciones y por poco tiempo,
pero con el interés de ayudar a recuperar la confianza de la ciudadanía, pues
considera que el Poder Judicial se ha visto particularmente golpeado por los
cuestionamientos a las pensiones.
Habla de ser prudente, respetuoso con
los otros poderes de la República y con la inspiración del fallecido
expresidente de la Corte, Luis Paulino Mora,
–¿A un mes de estar en la silla de
presidente, cuán diferente es ser magistrado a ocupar
este cargo?
–Es mucho protocolo, mucha actividad
en la que uno tal vez lo ve muy protocolario, pero es necesario que el
presidente lo asuma como representante del Poder Judicial. Sí hay una
diferencia en relación con el oficio del magistrado y más del constitucional
porque el magistrado constitucional realmente está casi las 24 horas
resolviendo.
– Cuando usted era juez, se
consideraba que difícilmente iba a llegar a ser magistrado, porque solía ser
muy crítico con la Corte...
–No solo eso, recuerde que aparte de que fui fiscal general y tenía que
enfrentar a la Corte, también estuve en la Comisión de Narcotráfico en el 89 y
esa comisión cuestionó a la Corte y a tres magistrados.
–Bueno ahora, uno es compañero suyo
...
–Sí, don Jesús Ramírez.
–Después de eso, no era imaginable a
Fernando Cruz de presidente de la Corte cuando ha sido el único magistrado que
reunió los 38 votos en el Congreso para que no le renovaran el nombramiento
–Sí es muy extraño, muy extraño… por
eso uno no debe acumular ni rencores ni resentimientos, porque la vida se va
reconstruyendo muchas veces, por eso hay que reiniciar aunque haya dolor . A veces lo que más produce es que uno no entiende
por qué le pasa algo. Gracias a Dios, pude sobrepasar lo del 2012 (los
diputados no le prorrogaron el nombramiento, pero la votación fue extemporánea
y no tuvo efectos) y he estado en la Sala. Todavía me dio la vida y el país, la
oportunidad de estar ocho años más en un puesto tan interesante y tan
importante como es la Sala Constitucional.
–¿Y usted se puso en ese reinicio
para asumir la Presidencia de la Corte?
–Sí, porque tengo otras prioridades
que cumplir, espero hacerlo bien pero tampoco me siento salvador, porque no soy
salvador de nada, porque la Corte se salva entre todos, magistrados y
magistradas, de por sí también los jueces, juezas y funcionarios judiciales, en
un porcentaje abrumador, son gente que hace su trabajo. La esencia de la Corte
no es Corte Plena, son todos los funcionarios que trabajan día a día
construyendo la justicia, sin que se dé siempre, porque los jueces podemos
administrar conflictos pero no siempre encontramos la
justicia.
“Espero hacerlo bien, pero tampoco me siento salvador, porque no soy
salvador de nada, porque la Corte se salva entre todos”.
–Ahora como presidente ¿cuál es su
función en Sala IV?
–Trato de seguir lo que hizo don Luis
Paulino Mora cuando fue presidente (1999-2013), iba los miércoles a sesiones de
Sala cuando resolvían acciones y participar en algunos temas de consultas
legislativas que, digamos, es lo esencial, trato de seguir la senda que señaló
Luis Paulino, no sé si voy a aguantar.
–Ahora que habla del modelo de don
Luis Paulino... no menciona a su antecesor Carlos Chinchilla
–Él estuvo poco tiempo, yo a
Carlos... fue mi compañero, fue alumno mío en un curso de posgrado, creo que
vivió momentos muy duros, pero no le dio tiempo de desarrollar lo que
correspondía. Viendo objetivamente, Carlos no llevó un compromiso de reforma
específico sino continuar lo que ya estaba, que ya es bastante, puede ser que
alguno no lo recuerdo.
“Su leitmotiv para llegar a
presidente no fue eso, sino la experiencia que tenía, los vínculos con otros
poderes, la experiencia que ya tenía en sala penal, pero Luis Paulino sí se
caracterizó por una dinámica muy potente de reformas que las impulsó siendo
magistrado, no solo presidente. Recuerdo que fue uno de los que impulsaron el
proceso penal de los 90 en las que yo participé, pero él fue uno de los
impulsores, y tenía la gran habilidad de recibir el beneplácito de don Edgar
Cervantes (presidente de la Corte de 1990-1999) que era muy conservador, pero
don Luis Paulino tenía la gran capacidad de poner de acuerdo
al demonio y a Dios para lograr esas cosas”.
–¿Y a Fernando Cruz cómo le va a ir?
–Estoy optimista porque estoy
tranquilo y estoy tranquilo porque no ambiciono quedarme mucho.
“Don Luis Paulino tenía la gran capacidad de poner de
acuerdo al demonio y a Dios para lograr esas cosas”.
–¿Qué significa eso?
–Quiero cumplir con la labor de
restablecer la confianza en el Poder Judicial y hacerlo con humildad, con la
confraternidad que corresponde y con mucha prudencia.
–¿Restablecer la confianza por los
hechos del pasado reciente, cuestionamientos a miembros de Sala III, causas
penales contra magistrados?
–Esa es una parte, la otra parte es
complicada porque viene un poquito de más lejos. Por ejemplo, para la Corte ha
sido terrible el tema del cuestionamiento al sistema de jubilaciones, creo que
ha habido algunos aspectos que pueden ser cuestionables y otros en los que no
hay culpa.
"Ese es un régimen muy viejo, de
más de 50 años que, por el cambio de la longevidad, de la población, el bono
juvenil se acabó, eso hizo crisis, pero el sistema de pensiones fue ideado en
los 40 o 30 en virtud del dramáticas vivencias de
algunos jueces en relación con su jubilación y eso no se ha visto. Es decir, el
régimen de pensiones de la Corte no viene de hace 20 años viene de más de 50 y
tiene entonces una serie de condiciones privilegiadas producto de la época en
que envejecer era una excepción y no la regla. Ahora que la población más joven
tiene que sostener a la de mayor edad, eso hace que el sistema entre en crisis,
por supuesto se confunde el régimen de la Corte con el de Hacienda, y es muy
diferente. Había y hay una fórmula de proporcionalidad en relación con las
cuotas, pero todo eso se lo llevó el vendaval de que se piensa de que todas las
jubilaciones son cuestionables y eso ha perjudicado a la Corte.
“Para la Corte ha sido terrible el tema del cuestionamiento al sistema
de jubilaciones”.
–Era un fondo caro y ahora con el
cambio generacional se siente...
–Pero además la gente dice, fulano
tiene una pensión... pero es que hubo una contribución del 12% o 13%, pero eso
lo que está señalando es que el sistema... nosotros tenemos una asignatura
pendiente y es todo el régimen de jubilaciones del país... algunos creen que
hay que centralizarlo, pero no es asunto fácil, nos vemos a palitos para
aprobar una reforma tributaria imagínese usted un tema de pensiones. Los
pensionados son políticamente muy débiles, la resistencia es bastante limitada,
entonces desde el punto de vista político es posible plantear reforma, hacerlos
y eso trae como consecuencia cuestionamientos ante la Sala (constitucional)
sobre los que no puedo decir mucho porque los tengo pendientes.
“Lo que me llama la atención es cómo
la cultura de nosotros los costarricense se ha exacerbado en la oposición a que
el ciudadano común no pueda ir ante la Sala a cuestionar un acto legislativo,
entonces se descalifica que un ciudadnao porque tiene
una pensión de ¢6 millones va y cuestiona el acto, creo que es parte de las
garantías de un Estado de derecho, pero como el ambiente ha estado muy caldeado
sobre el tema, entonces las personas ni siquiera admiten que alguien vaya y le
diga a la Sala que revise...”.
–¿De por qué no puedo recibir ¢6
millones o más de pensión?
–O si el acto está bien dictado, si
responde a principios de razonabilidad y proporcionalidad y esa el toma y
data de un Estado de derecho... el Legislativo tiene un gran poder pero tiene
un contrapeso en los tribunales, y eso es lo que deberíamos comprender bien
(...) pero el ambiente no está para discutir y dialogar con un ambiente
equilibrado y pausado.
–Usted reconoce que la confianza está
minada ¿Cómo planea usted enfrentarlo?
–Lo que nos ha pasado en los últimos
cinco años es, aplico el refrán, entre todas la mataban y ella sola se moría...
además de las pensiones, viene todo el tema que se produjo… las pensiones, los
salarios, la objeción sistemática en los últimos años que hay a que cuánto
ganan los funcionarios públicos, los pluses…
“Las personas dicen: ‘bueno ser juez
no es tan sacrificado, ganan muy bien’. Al decir eso, ya la mística, el
prestigio, la legitimidad de la población se pierde, pero no hay que perder de
vista que este país ya tiene bastantes años según estudio del Estado de la
Nación de venir con una deuda y un retraimiento en el tema de equidad y en el
tema de equilibirio social, eso también lo recoge el
Poder Judicial y es muy fácil que lo recoja porque la redistribución el ingreso
no anda muy bien, si mal no recuerdo, el 80% de las personas reciben salario
menor a ¢500.000... entonces una sociedad, que tiene garantías importantes, es
una sociedad mucho más empobrecida de lo que queremos aceptar y en medio de eso
descartar que un sector público que son 330.000 empleados reciban algunos o
muchos beneficios, eso también provoca irritación y deslegitimación”.
–¿Se siente víctima, que hay
deslegitimación?
–Sí por cuestionamientos
sistemáticos, no por ser víctimas, es que el sistema político se ha deteriorado
y el acto so cial se ha deteriorado y eso revienta
por distintos lugares, el más evidente es la deslegitimación de lo que es el
funcionariado y la institucionalidad.
–¿Y cómo se recupera la confianza?
–Se puede recuperar la confianza paso
a paso. Se pueden corregir ciertas cosas, pero no es tan fácil porque, por
ejemplo, disponer una reducción radical de salario no es fácil, no está en el
horizonte, lo que creo es que hay un malestar que podemos atenuarlo, dar
muestras de corrección.
“El Parlamento tiene mucho que ver
con la forma en que elige magistrados y magistradas. Nosotros debemos asumir
responsabilidad, no es que todo sea culpa de las circunstancias, pero no es
fácil porque ese malestar no lo puede resolver el sistema judicial y el
malestar va creciendo”.
–Otro gran reclamo es la mora
judicial. Hace unos meses, Carlos Chinchilla presentó un proyecto.
–Ese proyecto se mantiene, es una
buena idea, me parece que se puede fortalecer, si hay algo que un presidente de
Corte y la Corte Plena no puede descuidar es el tema de la mora judicial porque
es el único tema sobre el cual el Poder Judicial puede rendir cuentas, lo
demás, si el fallo está bueno o malo... pero la mora judicial, la tardanza, es
un tema que hay que abordarlo con mucha claridad y con mucha fortaleza. El
proyecto de don Carlos se mantiene y se puede ampliar a otras. Se podría lograr
mejores datos para la población para que tenga mayor accesibilidad al
conocimiento sobre la mora judicial en diferentes instancias. Quiero emprender
eso, en el sentido de que haya accesibilidad muy fácil para que la gente
conozca informes de (la Dirección de) Planificación, críticas a una oficina
judicial, denuncias de mora, denuncias disciplinarias sin poner quiénes son,
hacerlo mucho más específico.
–Hay ocho sillas vacantes en Corte
Plena ¿Cual es el perfil del magistrado para esta
nueva coyuntura?
–El perfil está claro, personas con
mucho currículum, mucha experiencia...
–¿De dentro o fuera del Poder
Judicial?
–Pueden ser de fuera o de dentro.
Personas que no estén muy vinculadas a los partidos políticos, que en todo caso
no es lo mejor, lo importante no es que no tenga ideas políticas, sino que no
esté vinculado desde el punto de vista político partidista, debe estar alejado
de las pasiones y de las cuestiones político partidistas.
Que tenga su ideología, tiene que tenerla, pero debe tener larga trayectoria
muy respetable. Lo que pasa es que muchas veces el que elige de una manera, o
un sector de los que eligen, sienten, que el que yo elijo debe reflejar lo que
yo quiero. Es contradictorio.
“Por otra parte, también la Asamblea
está muy atomizada, cuesta mucho, las decisiones más dificiles
son para elegir a los magistrados constitucionales y los magistrados penales”.
–Pero hay dos constitucionales y
cuatro en la cuarta (por elegir)
–Los constitucionales porque definen
la Constitución y una serie de temas…. Y lo penal es muy importante,
básicamente porque son los que juzgan a los miembros de los supremos poderes.
¿Cuál es el perfil? Yo no puedo saber, salvo lo que creo que es el ideal, pero
las fórmulas para elegir –que ya lo han dicho varios estudios– es muy opaca, es
un dato evidente, creo que ya se ha hecho una reforma reciente, cada cierto
tiempo reforman el reglamento, pero, por ejemplo, un punto débil o una amenaza:
si usted reserva un 40% para la entrevista, cómo hace para manejar con
criterios de aproximación objetivos un 40% que puede ser la puerta de entrada
para ubicar a personas con valoraciones que no puedo conocer. Yo no puedo
conocer por qué personas con antecendes
extraordinarios son excluidos y otros son incluidos.
“De feria, podría ser que el plenario
se aparte de la recomendación, porque no está exigido por la Constitución, es
una fórmula de buena voluntad”.
–¿Cómo le ha ido sin ocho magistrados
propietarios?
–Tengo que reconocer que los
suplentes tienen requisitos y méritos iguales a los propietarios, me parece que
con los suplentes tanto para la Sala Constiucional
como por la Corte Plena ha sido muy satistactorio.
–No hay habido distorsión, porque yo
le veo poca fe de que se hagan pronto los nombramientos.
–No lo sabré decir, ni me gusta
decirle al Parlamento que debe acelerar, sería una interferencia, una
intervención. Ellos tienen sus tiempos y dinámicas, tengo que respetar eso,
ellos sabrán la urgencia de eso.
"Pero me parece que así como yo espero el respeto de los parlamentarios, yo
no debo ponerme a dar opiniones de si se cumple o no, reprochar de que si algo
es urgente no lo hayan resuelto. Es una dinámica complicada en una asamblea que
tiene un multipartidismo muy exacerbado, que no son ocho o diez fracciones,
sino que en el seno hay divisiones, es un rompecabezas, muy complicado.
–Usted habla de mora, pero también
hay recorte de presupuesto. ¿Cómo va a resolver la Corte?
–Es difícil, si uno tiene tribunales
especializados, tiene un costo muy alto y debería presupuestar. Mi opinión, que
no se traduce en una aplicación jurídica, es que cuando usted va a crear
tribunales como crimen organizado, debieran tener una financiación
independiente y eso libera a la Corte, pero el asunto no es fácil.
"Podemos y se debe procurar
racionalizar al máximo los gastos, pero no es fácil. El drama está a la vuelta
de la esquina, porque el país está viviendo una crisis fiscal muy complicada y
uno no puede desconocer ese dato, pero es cierto que nosotros arrojamos
evidencia sobre el exceso de trabajo y las soluciones no están a la vuelta de
la esquina.
–La mora sigue pendiente ¿cómo lo van
a resolver?
–Habrá que seguirla, pero sin
presupuesto, y teniendo imaginación para buscar soluciones que se pueden
lograr, como ese programa de Carlos (Chinchilla), pero siempre estructuralmente
hay mora, pueden producirse demoras estructurales, especialmente en lo penal.
Ahora vamos a tener un nuevo proceso civil, tenemos uno nuevo laboral, porque
no hay duda de que del seno de la Corte han salido muchas reformas buscando
agilizar procesos, dar mejor calidad de justicia por la cercanía a través de la
oralidad y acelerar soluciones de conflictos.
–En cuanto a agenda de Corte había más
de 100 asuntos pendientes. ¿Se ha logrado avanzar?
–Creo que se ha logrado agilizar,
pero una de las cosas pendientes, ojalá los compañeros lo apoyen, era que se
hiciera un reglamento de debate para que haya una limitación razonable de la
palabra para resolver con mayor agilidad, porque 22 personas es complejo, casi
la mitad del Parlamento, eso hace que las agendas vayan muy lentas.
“Otra posibilidad es la que estudia
una comisión que preside el magistrado William Molinari que es para
redistribuir el sistema, lo que sería el derecho procesal orgánico, es la
redistribución de funciones entre Consejo (Superior), cambiar la estructura del
Consejo y reducir más las competencias de Corte Plena. Si nosotros logramos
tener un reglamento que racionalice más las intervenciones, la agenda nuestra
es más amplia, y si logramos reducir competencias de la Corte Plena, que es un
órgano poco ágil, y pasarla a un Consejo constituido de manera diferente, es un
panorama muy importante para agilizar más.
Esa comisión urge a raíz de la crisis
que inició el año pasado.