“La Sala III debe ser más flexible”
Alex
Rodríguez, candidato a magistrado:
El
abogado Alex Rodríguez, exdefensor público y exletrado de la Sala de Casación Penal (Sala III), compite
por convertirse en el próximo magistrado de ese alto tribunal, después de que
José Manuel Arroyo se acogiera a su jubilación a inicios de año.
Se enfrenta a la exjueza Patricia Solano y al expresidente
del Colegio de Abogados, Gary Amador, quienes fueron seleccionados como los
mejores postulantes en la Comisión de Nombramientos de la Asamblea
Legislativa.
En conversación con
DIARIO EXTRA resaltó su perfil técnico, que lo ha llevado a capacitar
magistrados en América Latina.
Asegura que su
vínculo con el derecho se remonta a su niñez, cuando su madre laboró por 20
años en la cocina del Colegio de Abogados.
Su prioridad es
potenciar una reforma al Código Procesal Penal que garantice el principio de
justicia pronta y cumplida, así como impulsar un proceso de flexibilización al
acceso a la justicia en casación penal.
En adelante un
extracto de la entrevista con este medio.
¿Cuál
es su interés en ingresar a la Sala Tercera?
-Tengo 23 años de
ser abogado, los últimos 13 años los he dedicado a hacer consultorías
internacionales con muchos organismos en toda América Latina y mi especialidad
ha sido la reforma de las leyes y el fortalecimiento de los poderes judiciales
en Ecuador, Perú, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, El Salvador y
Honduras. Tengo una experiencia acumulada y ahora obviamente lo que quisiera es
aplicar esas experiencias exitosas a Costa Rica.
Existen
cuestionamientos sobre los procesos de elección de magistrados. ¿Cómo desligar
el nombramiento de banderas políticas?
-Le voy a hablar
por mi experiencia. Me metí en este concurso aceptando entrar por la puerta
grande y no por la cocina, entonces presenté todos mis atestados. Saqué juegos
de copias, hice discos compactos, saqué bastante tiempo para presentar todos
mis títulos y mis libros. Soy profesor de la UCR hace muchísimos años, entonces
me presento ante los diputados, entrego los documentos y no sé qué es lo que va
a pasar. Me reciben en una audiencia y puedo decirle que escuché a seis personas
antes de que me dieran el derecho de la palabra. Siento que me pusieron
atención, a mí particularmente no me hicieron preguntas. Sí creo que es
efectivo un filtro (en la Comisión de Nombramientos), tan es así que por lo
menos en este caso veo una mujer que fue jueza jubilada, veo otro funcionario
judicial y veo el caso mío, que soy un consultor internacional que
eventualmente represento a personas, aunque no soy un litigante cotidiano.
Trabajé en el Poder Judicial 12 años, trabajé en la Sala III, fui letrado. Me
presento ante los diputados como alguien que no tiene una curva de aprendizaje.
Yo sé lo que hace la Sala, he escrito libros de lo que hace la Sala. A mí me
han contratado en otros países cuando cambian a magistrados para capacitarlos
porque la casación es mi especialidad.
¿Tiene
interés especial en potenciar el proyecto de ley que reforma el Código Procesal
Penal?
-Creo en un
proyecto que se está discutiendo hoy día, que se llama Justicia Pronta y
Cumplida, presentado por el diputado Mario Redondo. Yo participé con él, con
don Carlos Chinchilla y Celso Gamboa, recibió el visto bueno del fiscal general
y el Ministro de Seguridad. Se plantea fijar plazos perentorios por etapas.
¿Qué es lo que tenemos hoy día? Tenemos procesos que han durado hasta 12 años,
casos emblemáticos. El promedio en Costa Rica es de 5 años de duración de un
proceso, incluyendo la fase de investigación, la audiencia intermedia y el
juicio. Una de las razones importantes de este proyecto es que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha dicho que no es excusa para no usar un
plazo razonable la falta de personal, de infraestructura, de capacitación. Este
proyecto es como un curarse en salud, Costa Rica ya tiene una condena muy
fuerte por el caso de Mauricio Herrera. No quisiera que en el futuro pudieran
demandar a Costa Rica por violar plazos razonables y que se tenga que dejar a
alguien en libertad por un tema de un delito atroz, crimen organizado o delitos
sexuales.
¿Qué
está provocando que en Costa Rica la justicia pronta y cumplida no se cumpla?
-Primero una falta
de normativa específica, que define plazos. Si usted no tiene plazos, no tiene
control. Hoy día cuando se dicta una sentencia y una de las partes apela, el
expediente se tiene que ir al tribunal de apelaciones por correo interno y eso
puede durar semanas, desplazándose de una oficina a otra. Son dos cuestiones:
primero una mejora en la normativa y luego un cambio en la cultura judicial.
Tenemos un Código Procesal Penal de 1996, que fue modelo para América Latina,
que hoy quedó rezagado. Lo que hay que impactar es la forma de hacer las cosas.
Y tercero, todo esto va a ir a un sistema de mejoramiento de la gestión
judicial. Eso quiere decir que haya un control de cuándo ingresan los casos,
cuándo está por vencerse el plazo y qué es lo que tiene que hacerse de una
manera muy rigurosa.
¿Se
deben eliminar etapas?
-¿Eliminar las
etapas? Creo que no. Hay tres etapas muy claramente definidas: la investigación
a cargo de la fiscalía; una etapa crítica, que es el procedimiento intermedio;
y el juicio oral y público. Hay quienes defienden eliminar el procedimiento
intermedio. Creo más bien que el procedimiento intermedio no funciona porque no
hay un recurso de apelación, y si no hay, los jueces están remitiendo casi todo
para el juicio. Por eso tenemos un 50% de los casos que termina con sentencia
absolutoria, porque el control ese no funciona. Soy de la idea que lo que no
funciona hay que arreglarlo, no eliminarlo.
¿Debería
transformarse algún proceso de la Sala de Casación Penal?
-La Sala Tercera lo
que más conoce son recursos de casación. Sí me parece que con el paso del
tiempo porque es una cuestión que no se puede hacer de la noche a la mañana, la
Sala debe reflexionar sobre los criterios de inadmisibilidad de los recursos
porque hoy día gran parte de las resoluciones que dicta la Sala III tiende a
declarar inadmisible los recursos.
Si los recursos son
declarados inadmisibles vamos a tener muchas sentencias de los tribunales de
apelación que no pueden ser controladas en casación. No es un control por el
control. Casación tiene una función y es declarar la interpretación correcta de
la ley en el caso concreto, y determinar también la justicia del caso concreto.
Si por un tecnicismo se le cierre la vía a un recurso de apelación, se puede
perpetuar una injustica. Entonces yo creo, y es lo que les propuse a los
diputados, que la Sala debe pensar, y yo aportaría en eso, tener criterios más
flexibles para permitir un acceso a la justicia de casación, propiamente en el
tribunal de la Sala III. En los otros casos que conoce no porque son
eventuales. El juzgamiento de los miembros de los supremos poderes depende de
que el fiscal general acuse o no y la Sala no puede inmiscuirse en el trabajo
de él.
En
política de criminalidad una corriente progresista señala que no todos los
delitos requieren pena privativa de libertad. El Ministerio de Justicia tiene
una posición y la Sala III otra. ¿Cuál es su opinión?
-Hay otros países,
sobre todo europeos, donde sí existe una política criminal como tal. No que sea
una reacción coyuntural a un delito atroz que se aumenten las penas o crear
nuevas figuras delictivas. Creo que todo empieza por el diálogo y establecer
desde el punto de vista un derecho penal de dos velocidades, si se quiere de
una mano suave que permita soluciones como la conciliación para ciertos delitos
y evitar que gente con penas de menos de 5 años vaya a la cárcel. Es gente que
posiblemente no es peligrosa, que nunca más va a cometer un delito, pero si la
metemos en la cárcel es gente que se le va a destrozar el proyecto de vida. En
algunos casos hay delitos patrimoniales que perfectamente deberían permitir
incluso una pena de 5 años y evitar que la gente vaya a la cárcel. En delitos
graves o de crimen organizado no debe haber oportunidad que la persona tenga
desde la sentencia algún tipo de beneficio o alternativa. Diría que un derecho
penal que considere ciertos delitos de 5 años para abajo, que dé oportunidad a
que se repare el daño, que se haga conciliación, que se haga trabajo de
utilidad pública, eso es muy útil para la sociedad y la persona que cometió el
delito. Se debe hacer una reforma al Código Penal para introducir lo que hay en
otros países, las agravantes específicas, y habrá que ver también si se ponen
atenuantes específicas.
¿Cuáles
serían las otras reformas al Código Penal que impulsaría?
-Debería aprobarse
una reforma parcial para incluir las sanciones alternativas, por ejemplo el
arresto de fin de semana, el trabajo de utilidad pública para delitos con pena
no privativa de libertad o con pena de 5 años para abajo. Luego establecer un
sistema de agravantes evitaría que se reforme el Código cada cierto tiempo,
dependiendo de la gravedad o la frecuencia de los delitos. Si usted ya tiene
agravantes por el parentesco o porque se trata de una persona con condición de
vulnerabilidad, una persona menor de edad, adulto mayor, una persona que está
en indefensión o se aprovecha de la superioridad del autor, todas esas son
condiciones que le permitirían al juez aumentar la pena. Si está de 5 a 10 años
y existe una agravante, se le puede subir hasta 15 años, pero es un colchón sin
necesidad de que se esté reformando el Código.
¿Desde
la silla de magistrado podrá impulsar esas reformas?
-Hay críticas hacia
que los magistrados impulsen esas reformas, pero el que sabe dónde están esos
problemas es el que puede ayudar a buscar soluciones. El magistrado nunca puede
imponer, la Corte nunca puede imponer, pero sí puede sugerir. Evidentemente son
los diputados los que tienen la potestad de dictar las leyes. La Corte en los
últimos 25 años ha servido como un promotor de iniciativas para mejorar toda la
administración de justicia, incluso en materia penal. Elaborar un borrador,
discutirlo, consultarlo con fiscales, defensores públicos, jueces y plantear la
iniciativa.
¿Cuál
es su posición respecto a que las contravenciones se convirtieran en delito?
-Estaría de acuerdo
en que puedan ser delitos, pero dándoles siempre esa oportunidad, que tengan
esos mecanismos alternos para evitar la prisionalización
por delitos de bajo monto. Hoy día tenemos sobre todo en tribunales de
flagrancia, empresas grandes que son los principales usuarios del sistema de
justicia por cosas tan sencillas como un desodorante. Hay que hacer un balance,
¿merece una persona pasar dos meses en prisión por una lata de atún? Los
tribunales de flagrancia y un uso más fuerte de la prisión preventiva son los
que están provocando el hacinamiento carcelario, que no es por sí mismo un
fenómeno. Lo que produce son motines y redes criminales adentro de la cárcel.
Si vamos a tener en la cárcel, tengamos a todos los peligrosos; pero si
queremos meter a todos, vamos incluso a corromper a aquellas personas que
posiblemente tenían un proyecto de vida mejorable.
¿Como
consultor internacional en qué áreas se debe mejorar?
-Creo que Costa
Rica ha avanzado en lo que es aplicación de la oralidad, se inició en materia
procesal penal y hoy se está aplicando en otro tipo de materias, pero la
materia penal quedó totalmente rezagada. Hoy día se utiliza otra técnica, a
nivel comparado, que se llama contrainterrogatoria, de hacer preguntas muy
dirigidas, muy prácticas y que impiden perder tiempo. Como no tenemos esa
técnica usted puede tener un testigo horas y horas. Otra de las cosas que se
pueden mejorar con la oralidad es pedirles a los jueces -claro, eso se puede
hacer con los programas de capacitación- que están en una audiencia oral que
efectivamente revisen los expedientes antes de tomar una decisión o si están en
un tribunal de apelación que escuchen los casetes. Muchos jueces se la juegan
con la buena fe y la confianza, resuelven con lo que digan los abogados y no
consultan el expediente. Además mejorar el sistema de gestión en general,
estandarizar la forma en que se hace un juicio en todo el país porque hoy día
hay formas diferentes, incluso en el Ministerio Público, de investigar un mismo
caso.
¿Qué
opina de la percepción sobre la figura del magistrado, alejado del ciudadano?
-Hay muchos mitos
sobre eso, claro que el magistrado tiene que estar concentrado en los casos que
va a hacer, tiene la última palabra, pero no puede estar desvinculado de la
realidad. No critico a los magistrados que van a ver partidos de fútbol, me
parece que es algo extraordinario que el fiscal se relacione con la gente. Si
va a aplicar la justicia debe saber cuáles son las necesidades.
¿Apoya
la reforma a las pensiones del Poder Judicial?
-Si llego a ese
puesto me ajustaré sin ninguna objeción a lo que esté vigente en ese momento.
Creo que hay una tradición en el país de que los diputados tomen decisiones
escuchando a todos los sectores y también con los informes técnicos. Me parece
muy sabio de los diputados haber prorrogado a la comisión a fin de contar con
insumos, los criterios técnicos de la UCR y volver a escuchar a los empleados
judiciales y los magistrados sobre las nuevas propuestas.