El camino para ser fiscal

Cada año, una nueva camada de abogados llega al Ministerio Público con interés de sumarse a las filas de fiscales. Los chances son escasos: cada año solicitan un puesto entre 600 y 800 aspirantes y se abren menos de una veintena de plazas nuevas, pero los oferentes siguen llegando.

De esa cantidad, llegará al final del proceso de selección cerca del 10%. En una primera etapa, los aplicantes deben hacer un examen que pone a prueba sus conocimientos en diferentes campos de materia penal. Una parte de quienes se inscribieron inicialmente ni siquiera llegan a la prueba y, una vez ahí, pasan cerca de 60 personas a una segunda ronda.

La segunda etapa tarda cuatro semanas y Saúl Araya, director de la Unidad de Capacitación, lo describe como "casi un internado". Los postulantes llevan cursos en las instalaciones de la unidad donde profundizan el conocimiento, las destrezas y las aptitudes necesarias para integrar el Ministerio Público. Unos diez más quedarán aquí en el camino.

Finalmente, los aspirantes a fiscales tienen cinco semanas de práctica dirigida, donde conviven con profesionales que los guían a través de casos reales que resuelven en conjunto. Quienes logran finalizar este proceso son conocidos como "elegibles" y pueden empezar a trabajar para la Fiscalía en casos de incapacidades, vacaciones o permisos. Así se abren espacios.

Cuando empiezan a trabajar como fiscales, la Unidad de Capacitación brinda seguimiento en conjunto con los nuevos superiores del novel fiscal. Durante seis meses vigilan su comportamiento y su rendimiento.

El mismo trabajo hacen con el resto de los funcionarios de la Fiscalía.