Lunes 21 de Abril del 2014
OPINION
La hora de la
prevenci—n de la violencia
Pol’ticas
pœblicas exitosas. La Pol’tica de Estado en materia de Seguridad Ciudadana y
Paz Social (Polsepaz), el Plan Nacional de Desarrollo
y el Plan Nacional de Prevenci—n de la Violencia han promovido una diversidad
de programas que por su intensidad e integralidad, han generado buenos
resultados en cuanto a la disminuci—n delictiva, sensaci—n de inseguridad y
calidad de vida de los costarricenses.
Por:
Max Lor’a Ram’rez.
Costa Rica demostr— al mundo que es
posible construir la paz. La reducci—n de los ’ndices de homicidios y otros
delitos en los a–o recientes, se suma a nuestra tradici—n hist—rica relacionada
a la abolici—n del ejŽrcito, la obtenci—n del Premio Nobel de la Paz, la
declaraci—n de neutralidad perpetua e incluso el reconocimiento al Derecho
Humano a la Paz.
Pol’ticas pœblicas exitosas. La Pol’tica de Estado en materia de Seguridad
Ciudadana y Paz Social (Polsepaz), el Plan Nacional
de Desarrollo y el Plan Nacional de Prevenci—n de la Violencia han promovido
una diversidad de programas que por su intensidad e integralidad, han generado
buenos resultados en cuanto a la disminuci—n delictiva, sensaci—n de
inseguridad y calidad de vida de los costarricenses.
Algunas de las acciones claves est‡n en el campo policial. Se ha incrementado
su recurso humano, su funcionamiento es ahora m‡s profesional, su patrullaje es
m‡s estratŽgico y su presencia es m‡s notoria. El Poder Judicial, gracias a
programas como los Tribunales de Flagrancia, es ahora m‡s eficiente, y responde
de mucha mejor forma a las exigencias de la ciudadan’a. La coordinaci—n entre
las instituciones que tienen que ver con el tema es mucho m‡s ‡gil y fluida. En
general, el Estado responde hoy mejor frente al problema de la inseguridad.
La hora de la prevenci—n. La sostenibilidad de estos logros pasa necesariamente
por el fortalecimiento de las pol’ticas de prevenci—n de la violencia. Esto
significa pensar a largo plazo, atacar las verdaderas causas y sobre todo
insistir en construir una sociedad basada en la Cultura de Paz. Los programas
de prevenci—n deber‡n estar centrados en tres grandes ‡reas: 1- La
participaci—n de los gobiernos locales y la comunidad, 2- La promoci—n de las
tŽcnicas de Resoluci—n Pac’fica de Conflictos y 3- La capacidad de centrarse en
la poblaci—n joven como principal grupo meta.
La participaci—n de los alcaldes es clave. Ellos tienen una especial capacidad
para desarrollar programas exitosos en los espacios locales, y principalmente
para convocar a los actores institucionales que intervienen en ese nivel.
Conocen como nadie los problemas de las comunidades. Los municipios deben
integrar sus acciones en Planes Locales de Prevenci—n de la Violencia, que
articulen sus actividades alrededor de esa importante tem‡tica. Actualmente 19
municipios cuentan con estos Planes, nœmero que deber’a ampliarse hasta cubrir
nuestras 81 municipalidades.
Las tŽcnicas y destrezas para resolver los problemas de manera pac’fica son
fundamentales para una mejor convivencia. Las Casas de Justicia son
instrumentos muy importantes para desarrollar estas capacidades por todo el
pa’s. Son centros de mediaci—n y resoluci—n pac’fica de conflictos, pero
tambiŽn de promoci—n de la convivencia a travŽs de programas de capacitaci—n y
promoci—n social, como el Programa Dialoguemos que ha capacitado m‡s de mil
l’deres de asociaciones de desarrollo y autoridades de centros educativos. Este
gobierno recibi— 9 Casas de Justicia, y entregar‡ el 8 de mayo con 19 Casas de
Justicia funcionando. Hay todav’a mucho espacio para crecer en este programa.
Todas las pol’ticas deber‡n tener como grupo meta prioritario la atenci—n de la
poblaci—n joven. En esta ‡rea hay dos temas muy importantes: La convivencia en
los centros educativos para asegurar el mejor acceso a las oportunidades que
ellos pueden dar, y la promoci—n del buen uso del tiempo libre a travŽs de
muchas actividades culturales, art’sticas, recreativas y deportivas. Programas
como Convivir del Ministerio de Educaci—n Pœblica deben fortalecerse, y debe
asegurarse la construcci—n de los siete Centros C’vicos para la Paz con los
recursos del PrŽstamo del BID al Ministerio de Justicia y Paz. Ya se inaugur—
el primero en Garabito, y dos m‡s est‡n en construcci—n en San Carlos y Santa
Cruz.
Los programas y pol’ticas descritas demuestran la importancia que se le ha dado
al tema. Ha llegado la hora de darle m‡s fuerza a la prevenci—n de la
violencia. Es la hora de pensar en nuestros , de atacar verdaderamente las
causas de la criminalidad y de reconstruir la Costa Rica de paz que nos hered—
la generaci—n que aboli— el ejŽrcito.