/ Opini—n

 

187 a–os despuŽs, una mujer preside la Corte

Un gran paso en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en Costa Rica

Wilbert Arroyo çlvarez Abogado y periodista 12:00 a.m. 21/05/2013

Debieron pasar 187 largos a–os para que la Corte Suprema de Justicia la presidiera, por primera vez, una mujer: la magistrada Zarela Villanueva Monge. Desde entonces, la Corte ha sido presidida por varones, pues antes, quiz‡ hacia mediados del siglo pasado, era impensable que las mujeres tuvieran derechos reales, por m’nimos que fueran.

Y as’, a pocos a–os de la independencia costarricense, es que un 1 de octubre de 1826, por orden del Congreso Constitucional, se ordena que, sin m‡s dilaci—n, se instalara la ŇCorte Superior de JusticiaÓ, como se le llamaba entonces.

Debe aclararse que no es que el Poder Judicial Ňse fund—Ó (sic) en esa fecha, como mal se se–al— en la prensa sobre este suceso hist—rico, pues como tal esa funci—n, la judicial, ha existido desde la independencia de Costa Rica, segśn lo dict— la primera Constituci—n de 1821, Pacto Social Fundamental Interino de la Provincia de Costa Rica. E incluso antes, en la colonia, existieron los autoridades judiciales encargadas de resolver los conflictos que surgen en todo comunidad humana.

Retomando el importante hecho de la elecci—n de do–a Zarela Villanueva como la primera mujer en asumir la presidencia de la Corte, ello marca, sin duda alguna, un gran paso en la igualdad en los derechos entre hombres y mujeres en Costa Rica para acceder al alto cargo en este poder de la Repśblica. Adem‡s, hay que recordar que ella misma, la magistrada Villanueva, desde el 2010, cuando fue elegida como vicepresidenta de la Corte, dio un salto important’simo, pues, igual, solo hombres acced’an a esa posici—n.

No obstante lo relevante del hecho, debe admitirse sin ambages que la acertada elecci—n de do–a Zarela no es solo por el hecho de ser mujer, sino hay que destacar que ello obedece a que merec’a, y m‡s, ser elegida dada su gran experiencia judicial y preparaci—n profesional como jueza de la Repśblica, por casi 35 a–os, sumada a su honorabilidad y su intachable actuar en el ‡mbito pśblico y privado.

Adem‡s, la magistrada Villanueva ha ido a la vanguardia de los derechos humanos y su lucha en favor de que a la mujer se le dŽ el sitial que por tant’simos a–os se le ha negado, lo que logra, simb—licamente, con esta elecci—n, que marcar‡ el derrotero a seguir. ÁCayeron m‡s muros!

Al asumir el cargo la doctora Villanueva, muy emocionada, expres—: ŇMe correspondi— ir contra corriente; abrir camino. En ese proceso descubr’ que las luchas que valen la pena tienen un costo personal muy alto, pero tambiŽn que son estas las que le dan sentido especial a la vidaÓ.

Sabias palabras y testimonian una vida dedicada por entero a la judicatura, con altos y bajos, pero siempre convencida de que con la constancia se alcanza las m‡s inimaginables metas.

Si en 187 a–os, le antecedieron 61 presidentes en la Corte, la llegada de esta insigne jurista al m‡s alto cargo de este poder bien podr’a ella darse por satisfecha, aunque de seguro s—lo ser‡ una de las tantas metas que aśn tiene por alcanzar.

Y si de algo puede estar segura do–a Zarela es que, desde la eternidad, su antecesor y a quien ella tanto admir—, y le vali— su afecto, don Luis Paulino Mora, debe estar muy complacido de que sea ella la que haya tomado el tim—n de lo que para Žl tambiŽn fue su raz—n de vivir y de hacer Patria.