
Martes 19 de febrero, 2013
NACIONALES
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Mora fue juramentado como magistrado por
ƒdgar Cervantes Villalta, su predecesor en la presidencia de la Corte.
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Luis Paulino Mora Mora,
presidente de la Corte Suprema de Justicia durante los œltimos 20 a–os, dej—
una huella imborrable en la aplicaci—n de la justicia, segœn los miles de
empleados judiciales, pol’ticos y abogados que ayer lo acompa–aron hasta su
œltima morada en el Cementerio de Puriscal.
Su muerte fue repentina. La semana pasada
estuvo en la sesi—n de Corte Plena, donde se aprob— un proyecto de ley para
darle rango constitucional al Ministerio Pœblico.
Por su trayectoria en la Corte siempre
habr‡ un antes y un despuŽs de Luis Paulino, segœn afirm— el magistrado Carlos
Chinchilla.
Tos’a cada vez que hac’a uso del
micr—fono, pero nada que permitiera sospechar de su estado de salud.
Mora Mora,
hijo de Juana Mora Delgado y V’ctor Manuel Mora Mora,
puriscale–o de cepa, naci— el 8 de abril de 1944.
Curs— sus estudios de primaria y secundaria en Puriscal
y los universitarios hasta graduarse como abogado en la Universidad de Costa
Rica.
Muy joven, en 1969, ingres— al Poder
Judicial como juez penal de Lim—n y su desempe–o le vale la obtenci—n de una
beca para cursar estudios de especializaci—n, que culminaron con el grado de
doctor en la Universidad Complutense de Madrid.
TambiŽn realiz— estudios en la
Universidad de Burdeos, Francia.
De regreso fue juez penal y juez de
Menores de Lim—n (1969-1975), juez primero penal de San JosŽ (1975) y juez
superior penal de San JosŽ (1975-1983).
En 1983 fue elegido magistrado de la
Sala Tercera de Casaci—n de la Corte Suprema de Justicia, cargo que desempe–—
hasta 1985.
De 1986 a 1989, durante el primer
mandato del presidente îscar Arias S‡nchez, fue nombrado ministro de Justicia.
DespuŽs de pasar por la pol’tica como ministro regres— a la Corte y pas— a
integrar la reciŽn creada Sala Constitucional, en la cual jug— un papel
central.
Colabor— ampliamente en la discusi—n y
redacci—n de la reforma constitucional y la ley de creaci—n de la Sala
Constitucional. Posteriormente como magistrado y de 1993 a 1999 como presidente
de ese alto tribunal, donde promovi— medidas para el manejo de un circulante
desde entonces dif’cil.
De 1999 al momento de su deceso
ejerci— como presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Desde este œltimo cargo impuls— un
amplio movimiento de modernizaci—n del Poder Judicial, que cubre aspectos de
transparencia, rendici—n de cuentas y acercamiento de lo jurisdiccional a los
usuarios, tecnol—gicos, de combate al retraso judicial, de reforma de los
—rdenes procesales de las diferentes materias y de reorganizaci—n de la forma
en que se administra justicia.
Con la misma responsabilidad y entrega
ejerci— la docencia en cursos de grado y postgrado en la Universidad de Costa
Rica, Universidad Aut—noma de CentroamŽrica, Escuela Libre de Derecho y Escuela
Judicial.
Su producci—n literaria es abundante,
en especial en la forma de art’culos especializados en temas de Derecho Penal y
Derecho Constitucional, as’ como en cuestiones relacionadas con la
administraci—n de justicia y su papel dentro de una democracia.
Recibi— numerosos reconocimientos,
entre ellos la Medalla de Oro al Buen Juez de la Corte Suprema de Justicia, el
Premio Fernando Baudrit Solera como miembro de la
Comisi—n de Modernizaci—n del Poder Judicial, el Doctorado Honoris Causa en
Derecho de la Escuela Libre de Derecho.
Adem‡s fue nombrado Oficial de la
Legi—n de Honor del Gobierno FrancŽs, recibi— La Cruz de Caballero de Gracia
Magistral de la Orden Soberana y Militar de Malta, y la Medalla MŽrito da
Magistratura del Tribunal de Justicia de Bah’a-Brasil.
El periodista Fabi‡n Barrantes dijo que
tuvo la suerte de trabajar con Žl 20 a–os. ÒLo conoc’ cuando Žl se inici— en la
Sala Constitucional en el a–o 1989. Era uno de los fundadores e impulsores de
esa sala.
Se mantuvo en ella por todos estos
a–os. Siempre fue un hombre probo, inteligente, justo, humilde, sencillo, un
hombre que se daba a querer, un hombre respetuoso. Dejar‡ una gran huella en
este pa’s, sobre todo en la judicaturaÓ, declar—.
Agreg— que durante el secuestro de los
magistrados de la Corte, en 1992, fue una persona muy ecu‡nime y mantuvo la
calma. Solidario siempre, logr— ayudar. Dejar‡ un vac’o que nadie podr‡ llenar.