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EDITORIAL

Sensible pŽrdida

El Dr. Luis Paulino Mora, presidente de la Corte Suprema de Justicia, deja un hondo vac’o en la judicatura y la academia costarricenses

En la Sala IV, el magistrado decidi— sobre una larga serie de casos complejos, algunos de ellos de profunda repercusi—n en la historia del pa’s

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12:00 a.m. 19/02/2013

El fallecimiento del Dr. Luis Paulino Mora, presidente de la Corte Suprema de Justicia, deja un hondo vac’o en la judicatura y la academia costarricenses. El magistrado de 69 a–os muri— en el Hospital MŽxico, v’ctima de una pulmon’a, y su inesperada partida es causa de tres d’as de duelo nacional decretados por la Presidencia de la Repœblica.

Es un justo homenaje. Luego de una distinguida trayectoria como juez penal, el Dr. Mora fue nombrado ministro de Justicia en la administraci—n del expresidente îscar Arias. Su paso por el Poder Ejecutivo concluy— cuando el Congreso lo design— entre los primeros siete integrantes de la Sala Constitucional, creada en 1989.

A veinte a–os de su fundaci—n, la Sala est‡ urgida de reforma, como lo reconocen muchos de sus integrantes. Entre sus fallos hay muchos de naturaleza polŽmica y el debate sobre los alcances de su gesti—n es intenso, pero nadie discute que el alto tribunal dio a la Constituci—n Pol’tica una vitalidad inexistente hasta el momento de su creaci—n. Buena parte de esa tarea se ejecut— bajo la presidencia del Dr. Mora.

En la Sala IV, el magistrado decidi— sobre una larga serie de casos complejos, algunos de ellos de profunda repercusi—n en la historia del pa’s. Uno de los m‡s sonados fue el fallo sobre la reelecci—n presidencial. El caso centr— la atenci—n sobre el magistrado puriscale–o dado su historial de cercan’a al expresidente îscar Arias, cuya intenci—n de volver a la presidencia era bien conocida. Mora silenci— las dudas cuando vot— en contra de la reelecci—n.

Al conocer la noticia del fallecimiento del magistrado, el expresidente dijo estar sorprendido y desconcertado. ÒFue un gran amigo y fue un gran honor que me acompa–ara como ministro de Justicia en mi primer gobierno. Fue una persona ’ntegra y responsable que honr— al Poder JudicialÓ.

La distinguida labor del magistrado en la Sala Constitucional sirvi— para elevarlo a la presidencia de la Corte Suprema de Justicia, donde se desempe–— hasta su muerte. Desde ese cargo, siempre se mostr— preocupado por los atrasos en la administraci—n de justicia y promovi— legislaci—n para agilizar la resoluci—n de los litigios. La adopci—n de la oralidad en los procesos, una tarea todav’a incompleta, debe mucho a su constante empe–o.

Esa preocupaci—n lo condujo a reflexiones sobre el Estado costarricense m‡s all‡ del Poder Judicial. En su discurso de apertura del A–o Judicial en el 2011, critic— la pr‡ctica de ganar rŽditos pol’ticos mediante la concesi—n o ampliaci—n de derechos sin prever los recursos econ—micos necesarios para hacerlos practicables. ÒDespuŽs de todo, los derechos valen en tanto y en cuanto se puedan hacer efectivos. Lo dem‡s es papelÓ, afirm—.

Segœn el Dr. Mora, la creaci—n de obligaciones estatales en ausencia de una estructura capaz de darles contenido material conspira con el f‡cil acceso a la administraci—n de justicia para crear Òuna trampa mortalÓ, peligrosa para el sistema democr‡tico. La Corte no cuenta con los recursos para atender los reclamos basados en irresponsables mandatos legislativos y tampoco puede asegurar su cumplimiento.

El resultado es la judicializaci—n de los asuntos pol’ticos, Ò'que terminan siendo resueltos por los jueces en distintas instancias, algunas veces penales, pero mayoritariamente constitucionales y contencioso-administrativasÓ. Adem‡s, la imposibilidad material de cumplir las exigencias impuestas por la ley convierte al Estado en su principal infractor y cultiva la frustraci—n y el desencanto de los ciudadanos.

El Dr. Mora deja como legado ese pensamiento y mucho m‡s, recogido en sus sentencias, art’culos acadŽmicos e intervenciones pœblicas, adem‡s de la influencia ejercida sobre generaciones de alumnos en las aulas de la Universidad de Costa Rica, la Escuela Libre de Derecho, la Universidad Aut—noma de CentroamŽrica y la Escuela Judicial.

El pa’s le est‡ agradecido.