| LUIS PAULINO MORA: EL JUEZ JUSTO, UN EJEMPLO DE VIDA | |
Tuve el gusto de conocer a don Luis Paulino desde las aulas universitarias. El asistía a los grupos pronto a graduarse de abogados y yo a la generación de mujeres jóvenes que intentábamos enrolarnos en el foro nacional. Desde esa época ese muchachón alto y agradable se distinguió por su don de gentes . Inició su vida profesional enrolado en las arcas de la Corte Suprema de Justicia, fue nombrado Juez Tutelar de Menores en Limón, provincia a la que siempre le tuvo gran empatía. De ahí en adelante continuó su carrera ascendente hasta que perpleja pude observar a mi amigo el juez justo, alcanzar la posición de juez superior penal, magistrado de la Sala Tercera, magistrado de la Sala Constitucional, para terminar su carrera profesional en el puesto más elevado que la patria puede conceder a un Juez distinguido: Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Desde cada uno de esos puestos no se limitó a impartir justicia, sino que se enroló en comisiones, en la propuesta y redacción de proyectos de ley esenciales para el bloque de legalidad imperante, a impartir lecciones en las aulas universitarias, a levantar la Escuela Judicial, a entrenar a los nuevos juzgadores y funcionarios judiciales y a dirigir a la patria desde esas alturas en temas esenciales de legalidad y de constitucionalidad y contribuir así brillantemente, a mantener incólume, moderno y adecuado nuestro ordenamiento jurídico, pilar de la democracia. Luis Paulino defendió las libertades humanas, la dignificación de la mujer, la reinvindicación de los sometidos a procesos penales y al sentenciado, a la víctima, al desprotegido, y promovió siempre desde el banquillo de la humildad, el mejoramiento y la eficiencia en torno a una justicia equilibrada y cumplida. Participó activamente en la promoción de legislación fundamental para el país y en los últimos tiempos tomó la dirección definida en defensa de la independencia del Poder Judicial frente al intruso legislativo y fuerzas oscuras que intentaron socavar la majestad de nuestro sistema de justicia. Su posición firme, clara y valiente procuró para Costa Rica otro triunfo para nuestra democracia. Un hombre ejemplar, de corazón de oro, un verdadero gigante de la justicia, un defensor del más débil se ha ido y nos ha dejado heridos, desconsolados pero esperanzados con la evidencia de una vida ejemplar y la herencia de su sapiencia en torno a lo que es justo, bueno y eterno. |
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