S‡bado 23 DE FEBRERO DEL 2013
RubŽn Hern‡ndez Valle Abogado rhernandez@ghp.co.cr
12:00
a.m. 23/02/2013
La
muerte del Dr. Luis Paulino Mora Mora, hasta el
domingo pasado presidente de la Corte Suprema de Justicia, deja un vac’o
dif’cil de llenar, no solo en el ‡mbito judicial, donde emprendi— la m‡s
importante reforma judicial de los œltimos cincuenta a–os, sino tambiŽn en los
c’rculos familiares y de sus amigos.
Lo
conoc’ desde la Facultad de Derecho, donde siempre se destac—, adem‡s de ser un
excelente estudiante, por su simpat’a innata y afici—n al futbol. Era un
alajuelense de hueso rojinegro y dec’a que la œnica desgracia de su vida era
que su nieto mayor hab’a salido saprissista y que
ten’a el tupŽ de llegar a visitarlo con el uniforme morado.
Siempre
era un asiduo participante en las mejengas que se armaban detr‡s del edificio
de la Facultad y recuerdo que, cuando la bola se iba al riachuelo que pasaba
por detr‡s, el Lic. Angel Edmundo Solano era el
encargado de sacarla pues ten’a una habilidad innata para ello.
Luego
tuve la oportunidad de tratarlo m‡s a fondo cuando se prepar— la reforma
constitucional para crear la Sala IV y se elabor— el borrador final de la Ley
de la Jurisdicci—n Constitucional. Tuvimos largas jornadas de trabajo en su
despacho en el Ministerio de Justicia, cerca de la Cl’nica B’blica, en uni—n de
Rodolfo Piza Escalante y, algunas ocasiones, de don JosŽ Miguel Corrales, que
era el diputado que llevaba la batuta en la tramitaci—n del proyecto en la
Comisi—n de Asuntos Jur’dicos. En esas labores me hice amigo de Luis Paulino y
aprend’ a aquilatar su gran calidad humana, de esposo amoroso y de padre
preocupado por sus hijos.
Posteriormente,
la amistad se consolid— cuando Žl ejerc’a la Presidencia de la Sala
Constitucional y yo era magistrado suplente. Tuve la oportunidad durante tres
a–os en que ejerc’ esa funci—n, de participar en numerosas discusiones
jur’dicas muy interesantes al lado suyo, tales como la de la muerte digna, la
suspensi—n del Tratado de Extradici—n con los Estados Unidos, la impugnaci—n
por el interesado de su renuncia a la curul de diputado, entre otras muchas.
Luis
Paulino siempre mantuvo tesis de avanzada junto a Rodolfo Piza y, en numerosas
ocasiones, ambos salvaban el voto. Posteriormente, muchas de esas tesis, que en
su momento se consideraban arriesgadas, terminaron siendo acogidas por la
mayor’a de la Sala y forman parte hoy d’a del acervo jurisprudencial m‡s
importante de la jurisdicci—n constitucional.
Su
integridad moral lo llev— a salvar el voto en el caso de la reelecci—n
presidencial, a pesar de su amistad con el expresidente Arias. Aunque no
compart’ las razones de su voto disidente, hay que admitir que est‡ s—lidamente
estructurado y era una tesis bien fundamentada jur’dicamente. Lo mismo puede
decirse de su voto en el caso Crucitas, posiblemente la sentencia m‡s compleja
que ha dictado la Sala Constitucional y la mejor estructurada desde el punto de
vista constitucional y ambiental. ÁL‡stima que la demagogia barata de los
tribunales contencioso-administrativos la tiraran por la borda!
En resumen, de Luis Paulino se podr’a decir lo que le
dijo Napole—n a Goethe cuando finalmente lo conoci—: ÒEres todo un hombreÓ.