Martes
20 de noviembre de 2012
OPINION
¥Esta contribuci—n de la se–ora jueza Rosaura Chinchilla ha circulado en redes sociales, por la importancia del tema se publica en P‡gina Abierta.
ÒLa primera noche ellos se acercan y cogen una flor de nuestro jard’n, y no decimos nada.
La segunda noche ya no se esconden
pisan las flores, matan nuestro perro y no decimos nada.
Hasta que un d’a el m‡s fr‡gil de ellos entra s—lo en nuestra
casa, nos roba la luna,
y conociendo nuestro miedo nos arranca la voz de la garganta.
Y porque no dijimos nada ya no podemos
decir nada"
Maiakovski (1893-1930)
Cuando apenas iniciaba la carrera de Derecho cay— en mis manos un libro que me
marc—: Elogio de los jueces escrito por un abogado, de Piero Calamandrei. En
sus primeras p‡ginas hab’a un dibujo de una balanza de la justicia. Nada
novedoso. Lo original era que uno de sus platillos sosten’a un grueso libro y
en el otro plato hab’a una flor. El fiel de la balanza se inclinaba hacia la
flor y el voluminoso texto colgaba en lo alto. Al ver esa imagen comprend’ el
significado de aquella expresi—n de Pascal que, parafraseada, expresaba que hay
razones que la raz—n no comprende.
Hoy un grupo pol’tico ha pretendido mancillar a un juez probo (y con Žl a toda la judicatura) porque "hay que darle una lecci—n al Poder Judicial". Que el Poder Legislativo tiene, por disposici—n del constituyente, la competencia y potestad de nombrar y no prorrogar el nombramiento de magistrados del Poder Judicial mediante votaci—n calificada, nadie lo discute. Lo que debe llamar a la reflexi—n es, si antes, pese a algunos cuestionamientos esgrimidos, nunca se us— Àpor quŽ, justo ahora y justo con Žl, se desempolva esa vieja potestad en la persona del juez-signo-de-independencia, rectitud, estudio e inteligencia? Los motivos que subyacen detr‡s de este acto son, definitivamente espurios y la Raz—n nunca los podr‡ comprender.
Es claro que lo que se busca es acallar el pensamiento disidente y eso es, ni m‡s ni menos, que antidemocr‡tico...porque se eliminan los pesos y contrapesos, el pluralismo ideol—gico pero, sobre todo, porque ningœn juez, del grado que sea, debe ser destituido, que no otra cosa es este acto, por el pensamiento que exprese en sus resoluciones jurisdiccionales, cualquiera que sea su signo ideol—gico. Y en el caso de un juez sin cuestionamientos y signo de independencia judicial, como es don Fernando Cruz Castro, el mensaje en detrimento de la independencia judicial es inequ’voco, aunque se logre revertir el acto.
Esta vez el fiel de la balanza se ha inclinado, dejando en alto la flor y el platillo que pesa no es, tampoco, el de los libros sino el que contiene la irracionalidad pol’tica, el poder, los intereses socio-pol’ticos y las inconfesables motivaciones.
Por eso hoy, que en nuestra vida de pa’s podemos contraponer claramente la Žtica y la legalidad; que un d’a s’ y otro tambiŽn nos irritamos ante la bendici—n que, por legales, se les da a ciertos actos tan evidentemente censurables desde otras —pticas, y que una de las palabras vac’as de nuestro diccionario es Patria, insto a la judicatura costarricense para que, por sobre la desaz—n, la profunda indignaci—n, el dolor y la decepci—n que produzcan algunos actos y omisiones provenientes de diversos Poderes del Estado, incluyendo, a veces, el mismo Judicial, nos pronunciemos y defendamos activamente la independencia judicial, porque es la forma de ser jueces/ezas en democracia. El mal llamado "principio de preservaci—n del puesto" no es m‡s que una corruptela m‡s en detrimento de la funci—n social que nos compete. El silencio y la inacci—n, ahora, son complicidad.
La legitimidad del sistema democr‡tico depende de que seamos capaces de pronunciarnos contra esta nueva afrenta y, a la vez, alejar cualquier sospecha de duda que se cierna sobre nuestra funci—n e instituci—n y podamos replantear, oportunamente, el mismo sistema de nombramientos de la cœpula judicial, y de Žsta hacia los otros sectores, a fin de desterrar de las pr‡cticas de "lobbys" previos a los nombramientos caprichosos e indignantes, para apostar por una discusi—n abierta de las concepciones de pa’s y de justicia. Aunque la designaci—n de los altos jueces es un acto pol’tico, no debe ser partidista ni servil. Si se quieren elegir jueces/ezas de cierto signo ideol—gico, que se haga, pero transparentemente, con debates, abiertos y pœblicos, no a la espaldas de todos. Y que si esta vacante queda, porque no fuimos capaces de revertir lo decidido, el proponer el nombre al cargo se convierta en un acto de indignidad.
Ojal‡ que el pueblo costarricense comprenda que la lucha por la independencia judicial no es un privilegio de un gremio, sino un derecho humano de todos y todas, para que nuestros conflictos sean resueltos por personas preparadas y no por t’teres al servicio de intereses cobardemente inconfensados.
*Jueza.
rosaura.chinchilla@gmail.com
Ojal‡ que el pueblo costarricense comprenda que la lucha por la independencia
judicial no es un privilegio de un gremio, sino un derecho humano de todos y
todas