Nueva Ley de Delitos Inform‡ticos reta a polic’a
Robo de informaci—n se penar‡ con nueve a–os
Podr’a ser letra muerta por la falta de fondos para ejecutarla, advierten bancos y OIJ

 

La propagaci—n de virus cibernŽticos para robar informaci—n bancaria o afectar los servicios pœblicos tendr‡ una pena de hasta nueve a–os de prisi—n de ahora en adelante.
Ese y otros nuevos delitos fueron incluidos desde la semana pasada en el C—digo Penal, con el objeto de sancionar a los criminales que hacen su agosto en el mundo virtual.
La suplantaci—n de identidad en redes sociales, Internet o cualquier otro medio electr—nico, el espionaje y da–o a sistemas de informaci—n en empresas pœblicas o privadas tambiŽn se contemplaron en la Ley de Delitos Inform‡ticos con sus respectivas sanciones.
Asimismo, ser‡ penado quien propague informaci—n falsa que cause perjuicio a la seguridad y estabilidad del sistema financiero.
Sin embargo, la ley podr’a quedar en buenas intenciones.
Esto, porque el nivel de tecnificaci—n de este tipo de cr’menes requiere mayor capacidad de los investigadores para detener a los delincuentes. Adem‡s, est‡ en debate la necesidad de recursos por el costo que tiene combatir el crimen en el mundo virtual.
ÒNos parece muy bien que los diputados legislen en ese sentido; sin duda hac’a falta adecuar la norma a los avances tecnol—gicos. Pero lo ideal es que la norma venga con el financiamiento bajo el brazo, para poder cumplirla, pues si no hay recursos ni capacitaci—n a los investigadores, ser‡ muy dif’cil cumplirlaÓ, expres— Francisco Segura, subdirector del Organismo de Investigaci—n Judicial.
En los œltimos a–os, los delitos inform‡ticos han cobrado gran relevancia en el pa’s.
Recientemente, unos 300 clientes de bancos pœblicos se unieron en una demanda colectiva por m‡s de ¢300 millones, por supuestas estafas bancarias, las cuales se habr’an cometido tras la suplantaci—n de su identidad virtual y el robo de informaci—n.
A inicios de este a–o, se dio un proceso de conciliaci—n con esos clientes y los bancos, cuyo resultado se manej— con un acuerdo de confidencialidad entre las partes.
ÒNo importa la seguridad que tengan los bancos, pues muchos de los il’citos se cometen en Internet, y sobre la red nadie tiene control. El asunto es muy complicado; sin duda reta a la polic’a, pues hay gente capaz de meterse hasta en los sistemas del FBI en Estados Unidos. Aunque es un avance, sin dinero para capacitaci—n y recursos, la Ley de Delitos Inform‡ticos no tiene mayor futuroÓ, indic— Luis Ortiz, asesor legal de la C‡mara de Bancos de Costa Rica.
El perfil de los delincuentes que cometen estos cr’menes en el mundo virtual es muy diferente al de un antisocial comœn. En muchos casos se trata de profesionales en inform‡tica, capaces de no dejar rastros, explic— Rodrigo Rosales, abogado penalista.
ÒLa ley me parece acertada, aunque incompleta por la falta de acompa–amiento. La tecnolog’a avanza muy r‡pido, por lo que telŽfonos y computadoras de hace diez a–os ya no sirven. En ese sentido, es necesario legislar sobre cr’menes que nuestros abuelos nunca imaginaronÓ, concluy— Rosales.

Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net