Logo La Naci—n en Internet

OPNIîN

MIƒRCOLES 27 DE JUNIO DEL 2012

Todos de pie: el honorable juez preside

<p>Your browser does not support iframes.</p>

Manuel Rojas L—pez12:00 a.m.27/06/2012

En una reciente visita a Inglaterra, tuve la oportunidad de estar en el edificio de la Corte Suprema de Justicia en Londres.

En una reciente visita a Inglaterra, tuve la oportunidad de estar en el edificio de la Corte Suprema de Justicia en Londres.

Solo entrar a aquel antiqu’simo y fr’o edificio, produjo en mi la sensaci—n de estar en una especie de iglesia, cuyo altar era aquel elevado estrado de la sala de juicios en la que lleguŽ a encontrarme. La audiencia comenz— y al llamado de atenci—n de un funcionario judicial, los que est‡bamos en la sala fuimos obligados a ponernos en pie dado que el honorable juez, as’ se anunci—, ingres— al sal—n y se sent— en el ÒaltarÓ.

Hasta que el juez tom— asiento, los dem‡s pudimos hacer lo mismo.

En ese momento, algo pas— por mi mente.

A partir de ah’, tengo que confesarlo, no pude poner mayor atenci—n a la audiencia que se celebraba.

La frase Òpreside el honorable juezÓ, cuyo nombre no recuerdo, no sal’a de mi pensamiento.

El diccionario de la Real Academia Espa–ola define como ÒhonorableÓ a aquel que es digno de ser honrado o acatado. A su vez, la persona honrada es quien actœa con integridad y es recto de ‡nimo. EncontrŽ una profundidad incre’ble en aquella frase, pero lo que m‡s me llam— la atenci—n, fue lo que posteriormente supe.

Este honorable juez, me dijo alguien, es conocido por su integridad y honradez al servicio del pa’s. Su presencia genera respeto no s—lo por sus decisiones judiciales, sino tambiŽn por su calidad de ser humano. As’ entonces, era necesario ponerse en pie cuando alguien como aquel personaje ingres— a la sala de juicios. Cu‡n importante es, pensŽ, respetar y honrar a la autoridad, y cuando esta autoridad va de la mano de la probidad y el decoro de quien la ejerce es sencillamente placentero reconocer con cualquiera que sea el gesto a aquel o aquella honorable persona.

Y es que la honorabilidad debe mostrarse en la totalidad de la vida personal. El juez o jueza es honorable porque sobre sus espaldas recae una funci—n divina, la de aplicar justicia. Su pulcritud debe extenderse desde sus palabras, hasta la forma en que se dirige a diario, mostr‡ndose como el ejemplo a seguir. As’ es, aquel juez tuvo que haber pasado por un largo recorrido para llegar hasta donde est‡. Las aulas universitarias le han dado la Òinformaci—nÓ que requiri— para su cargo, pero en su interior lleva la Òformaci—nÓ que le reviste de su honestidad.

Claro, por ello es un persona de confianza, pero no de esos que confunden esta palabra con libertinaje para hacer lo que se le venga en gana. Su puntualidad no admite impuntualidad en otros. La investidura que tiene le da autoridad, pero lo que Žl es en s’ mismo, le da la categor’a a la autoridad. Intachable desde sus zapatillas hasta su peinado, muestra por fuera lo que los dem‡s saben que Žl es por dentro. Su responsabilidad con el trabajo habla de su responsabilidad para con la vida y por eso sus palabras tienen eco en muchas personas a su alrededor. No por casualidad est‡ ah’. De hecho, no es porque tiene este o aquel apellido. Tampoco fue elegido porque era el m‡s antiguo en el trabajo, œnico par‡metro de elecci—n. Est‡ en su puesto por mŽrito personal. Tampoco result— electo en una votaci—n por su condici—n de Òa m‡s no haberÓ.

Nadie lo puso ah’, m‡s que su propio esfuerzo y su idoneidad para el cargo, ni la pol’tica, ni la prensa, ni la trayectoria prominente de su familia en puestos similares, ni porque se le deb’a un favor. Este es el trasfondo de la necesidad de ponerse en pie para reconocer no solo una autoridad delegada a un juez, sino tambiŽn a un ser humano ejemplar. Es bueno haber estado en aquella sala de juicios en Londres.

Bueno es tambiŽn saber que como juez en Costa Rica, puedo ser todo lo que supe de aquel hombre, y que quienes sean y vayan a ejercer como jueces, sean tambiŽn personas con gran probidad y decoro, como requisito indispensable para ejercer tan digno cargo.

Manuel Rojas L—pez, juez de Juicio. Tribunal II Circuito Judicial de la Zona Atl‡ntica. Miembro de ACOJUD