EL PAêS

 

 

Paul Rueda desde–a los moldes ideol—gicos, los t’tulos y las notas

Nuevo magistrado de Sala IV: ÔLas ideolog’as estupidizan a la genteÕ

Dice valorar principios como libertad y justicia social, que van juntos

Aplaude quitar carga a la Sala y critica que magistrados suplentes litiguen

El jueves, de repente, un estudiante llam— a su profesor para avisarle que estaba a punto de cumpl’rsele la aspiraci—n suya de ser magistrado de la Sala Constitucional, nueve a–os despuŽs de presentarse por primera vez como candidato.

El profesor de Derecho Constitucional Paul Rueda Leal decidi— entonces irse a su casa para esperar en familia el momento en que los diputados ten’an previsto aprobar su nombramiento como uno de los siete jueces del tribunal m‡s influyente del pa’s.

41 diputados votaron por Žl. Suficientes para que el letrado de la Sala IV ascienda a silla de magistrado a sus 45 a–os. ƒl no sigui— la transmisi—n. Trat— de manejar la ansiedad y por eso la primera palabra que dijo a los medios de comunicaci—n fue ÒserenidadÓ.

Sentado en una sala modesta, en medio de fotos de su familia y dibujos hechos por su hija de seis a–os, da su primera entrevista y se define como un alŽrgico de las ideolog’as, un cruzado de la independencia de los jueces y simpatizante del recorte de carga de trabajo para la Sala Constitucional.

Tiene a Alemania en la cabeza. Es su punto de comparaci—n para hablar de derecho constitucional. Ah’ se doctor— en tiempos de la reunificaci—n, lo que le permiti— comprobar los efectos de una sociedad sin libertad, un valor que Òsolo es posible en un pueblo que goza de justicia socialÓ.

All‡ se fue a especializar en derecho constitucional, en 1994, cuando esa especialidad era en Costa Rica casi un experimento. La Sala Constitucional ten’a cuatro a–os de creada cuando el hijo œnico de Eliette Rueda tom— el avi—n a Alemania, sostenido por el idioma aprendido en el colegio Humbolt y por una condici—n que lo ha acompa–ado toda su vida de estudiante: ser becado.

All‡ se gradu— con honores, aunque minimiza el valor de las notas y diplomas: ÒYo creo en lo que la gente produce. Los t’tulos son solo referencias de lo que la gente puede hacer. No creo mucho en esoÓ.

Tampoco cree en las ideolog’as porque, segœn dijo, Òestupidizan a las personasÓ.

ÒLenin dec’a que si la ideolog’a no se acomoda a la realidad, peor para la realidad, pero ese no es el tema. La teor’a debe adaptarse a la realidad. Fijarse nortes ideol—gicos es contraproducente para el desarrollo de cualquier pa’sÓ, dijo este abogado de casi 1,90 de estatura, con anteojos de estudioso, zapatos negros y opacos de media bota.

Para Žl, basta con tener valores b‡sicos. Por eso insiste en la libertad, la igualdad y la justicia social. Un juez, adem‡s, debe alejarse todo lo que se pueda de una ideolog’a y hasta autoexaminar cada cierto tiempo sus propios prejuicios.

En Dios s’ cree. Es cat—lico y va a misa con alguna regularidad, pero en 50 minutos de conversaci—n no se le escap— ninguna expresi—n religiosa. Vivi— con su mujer solo despuŽs de casarse y tuvo a su hija Paula cinco a–os despuŽs.

ÒÀComo debe ser?Ó, se le pregunt— con algo de trampa, pero Žl contest— con toda calma. ÒYo no digo que como se debe; cada quien tiene su forma de vivir la vida. Est‡ en su libre albedr’oÓ, dijo cauteloso.

ÒÀApoya las uniones civiles homosexuales?Ó ƒl fue cauto: ÒEso ser’a adelantar criterio de un tema que podr’a llegar a estar en mis manos como magistradoÓ.

Cautela. Tampoco quiso arriesgarse al opinar sobre la fertilizaci—n in vitro, aunque advirti— que estuvo de acuerdo con el fallo emitido en marzo del 2000 (que prohibi— aplicar la tŽcnica), haciendo la salvedad de que ese texto debe leerse Òcon inteligenciaÓ y notar que deja abierta una ventana segœn los avances cient’ficos.

TambiŽn aplaudi— el fallo en el que la Sala conden— la inclusi—n de Costa Rica dentro de la alianza que apoy— a Estados Unidos en la invasi—n a Iraq. Es m‡s, Žl redact— uno de los tres recursos de inconstitucionalidad presentados, como parte del Colegio de Abogados.

Se podr’a considerar un pacifista. En octubre del 2006, se–al— la necesidad de corregir una Ògrave contradicci—nÓ en la Constituci—n Pol’tica, pues en esta se proh’be el ejŽrcito, pero no se hace lo mismo con el negocio de las armas.

Temas para la entrevista hay tantos como los que podr’a abordar la Sala Constitucional, un tribunal que igual ordena instalar lavatorios en una escuela como se pronuncia sobre si era procedente o no el referendo del TLC, en el 2007.

ƒl prefiere hablar de lo suyo, el derecho constitucional y quŽ cosas podr’a impulsar a partir del lunes como magistrado.

ÒUno ha tenido tambiŽn sus estudios y hay figuras jur’dicas en el derecho constitucional alem‡n que siento que se pueden compartir para ir introduciendo al sistema nacional, como el principio de incompatibilidad, como el principio de autocontenci—n del juez constitucional y el desarrollo del principio de razonabilidadÓ.

TambiŽn realiz— estudios sobre reforma del Poder Judicial y corrupci—n en este poder de la Repœblica, que sali— bien librado al compararse con CentroamŽrica.

Pese a ello, le sigue preocupando la posibilidad de que los magistrados suplentes puedan ejercer en lo privado.

ÒSiento que el magistrado suplente no deber’a ser un d’a magistrado, otro d’a litigante y otro d’a magistrado de nuevoÓ, dice.

Sobre el funcionamiento de la Sala, abog— por la opci—n de crear instancias que se encarguen de amparos y h‡beas corpus para dejar a los magistrados las acciones de constitucionalidad, Òque suelen ser los temas m‡s importantesÓ.

TambiŽn vio con buenos ojos elevar la cantidad m’nima de diputados necesaria para enviar un proyecto a consulta en la Sala IV.

ÒA la Sala, debemos blindarla de la pol’tica lo m‡s que se puedaÓ, asever—

Quiz‡ por eso insisti— en su lejan’a con banderas pol’ticas. De joven particip— en el PUSC, pero insiste en que fue algo pasajero.