Jueves 9 de junio 2011

OPINION

 

CONFęO EN LA CAPACIDAD Y HONESTIDAD DE NUESTROS JUECES

Luis Paulino Mora *

Luego de leer con atenci—n el mensaje que a travŽs de este medio me envi— don Roberto Mora Salazar, me parece apropiado darle una respuesta –tambiŽn pśblica- a los temas que plantea y a las peticiones que me hace.- 
En primer lugar, me gustar’a comenzar por se–alarle al se–or Mora Salazar, algunos puntos en los que estoy de acuerdo con Žl, por ejemplo, yo creo tambiŽn que el narcotr‡fico es una de las principales amenazas para nuestro pa’s y que logra comprar conciencias en todas las esferas y estoy plenamente conciente del alto grado de peligrosidad de este tipo de delincuentes para quienes los fines buscados justifican cualquier medio para lograrlos, despreciando incluso la vida y la dignidad del ser humano si se opone al fin mercantil que buscan.

Usa el se–or Mora Salazar la palabra ŇterrorÓ para referirse a la situaci—n y creo que tambiŽn tiene raz—n: Da terror comprobar con los datos sobre denuncias penales la creciente cantidad de ciudadanos costarricenses comunes y corrientes de todos los niveles que caen en el error de venderle su conciencia al narcotr‡fico y al crimen organizado Ňpor unos cuantos d—laresÓ sin que la sociedad costarricense se decida realmente a atacar y eliminar las razones por las que a una persona le parece mejor dedicarse a esas actividades il’citas aśn a riesgo de su vida.

En cambio, no comparto con don Roberto su idea de que una resoluci—n como la que menciona sirva como se–al de que nada se hace para evitar las acciones de esos Ňindeseables, corruptos y narcotraficantesÓ.

En Costa Rica, donde todos los d’as se dictan condenas de muchos a–os de c‡rcel por delitos de narcotr‡fico, es algo Ňfuera de toda l—gicaÓ pensar que con una sola resoluci—n, en un caso espec’fico, los narcotraficantes internacionales vayan a concluir que todo el sistema de justicia costarricense puede comprarse. Al contrario, tengo la seguridad de que el Poder Judicial costarricense es confiable y la inmensa mayor’a de quienes lo conformamos somos conscientes del papel que debemos desempe–ar para fortalecer nuestro rŽgimen democr‡tico. En consecuencia, nuestras conciencias no est‡n en venta.

Finalmente, me pide el firmante que Žl y yo hagamos algo para frenar Ňla barbaridadÓ de lo ocurrido con el caso de dos imputados a quienes se les fij— casa por c‡rcel por parte de una jueza. Sobre eso quiero recordarle tanto al se–or Mora Salazar como a los lectores de este diario, que los jueces no tienen jefes que les den —rdenes de c—mo actuar en los casos a su cargo. Ni Žl ni yo tenemos posibilidad de interferir en las decisiones tomadas, precisamente para asegurar una regla esencial de toda democracia que es la independencia de los jueces, quienes solo est‡n obligados a acatar lo que diga la ley. Lo que s’ podemos hacer -y ya hicimos- es realizar una investigaci—n disciplinaria para determinar quŽ fue lo que realmente ocurri— y para sancionar a cualquier juez o funcionario judicial que se demuestre que ha incumplido con sus deberes o si se ha desviado de lo que es una conducta jur’dica y Žticamente correcta, segśn la ley.


* Presidente de la Corte Suprema de Justicia