30 Mayo de 2011
Itzia
Araya, jefa del Departamento de Registro Judicial, defiende que la hoja de
delincuencia no se hizo para juzgar a nadie, sino para verificar y comprobar
sus antecedentes penales.A pesar de la poca eficacia que tiene la hoja de
delincuencia para muchos, existen algunas personas que la defienden a capa y
espada.
Itzia Araya, jefa del Departamento de Registro Judicial, es un ejemplo de
esas personas, e insiste en destacar que el documento no se hizo para juzgar a
nadie, sino para verificar y comprobar sus antecedentes penales. ÒPara m’ est‡
bien la funci—n de la hoja de delincuencia, no se puede juzgar a nadie sin el
debido proceso, aqu’ trabajamos conforme a derechoÓ, sentenci— Araya.
Esta
abogada de profesi—n es consciente de la importancia que tendr’a para los patronos,
conocer sobre todos los delitos por los que una persona ha sido investigada,
sin embargo, tambiŽn asegura que legalmente eso no puede hacerlo el
departamento a su cargo. ÒIncorporar en la certificaci—n que una persona ha
sido investigada por un delito, es muy delicado, porque se le podr’a causar un
perjuicioÓ, confirm— la abogada.
Desde el
punto de vista jur’dico, los funcionarios del Registro Judicial actœan de
conformidad con la Ley y apegados al principio de inocencia: ÒNadie es culpable
hasta que se demuestre lo contrarioÓ.
Araya
coment— que no todas las hojas de delincuencia salen limpias, se han dado casos
de personas que llegan a retirar su certificaci—n y tienen pendiente una orden
de captura.
La
materia de flagrancia tambiŽn ha contribuido en mejorar la eficacia del
documento, en cuesti—n de 24 horas la persona ha terminado el proceso y de
inmediato el registro judicial realizaba la anotaci—n.
En la
actualidad esta dependencia emite un promedio mensual de 33.000 certificaciones
a todas las regionales y unas 35.000 en la sede de San JosŽ, incluyendo las
tramitadas en l’nea por el departamento de Migraci—n y Extranjer’a.
La hoja de delincuencia presenta una
parte que para muchos es injusta. Hablamos espec’ficamente de los exprivados de libertad, quienes aseguran que este documento
se ha convertido en su segunda condena.
Imag’nese haber ca’do en la c‡rcel y luego de muchos a–os recobrar su libertad.
El momento de reintegrarse a la sociedad lleg— y usted quiere buscar un empleo;
sin embargo, se lleva la sorpresa de que todav’a aparece su sanci—n en la hoja
de delincuencia.
La ley establece que la sanci—n seguir‡ apareciendo por los siguientes 10 a–os,
esto a partir de que la persona haya terminado de cumplir su condena.
La Fundaci—n Defensora de Derechos Humanos de los Privados de Libertad ha
mostrado su oposici—n a esa medida y se encuentra trabajando para disminuir el
plazo de las anotaciones. La instituci—n propuso en a–os anteriores que las
anotaciones pasaran de los 10 a los 2 a–os, esto con el fin de minimizar el
impacto que sufren los privados de libertad.
Las autoridades de esta agrupaci—n insisten en que si al expresidiario
se le niega la oportunidad de trabajo, entonces su reintegraci—n a la sociedad
se ver’a disminuida. Para ellos esta es la otra cara de la moneda que presenta
la hoja de delincuencia.