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Dr. Luis Paulino Mora Mora
Presidente
Corte Suprema de Justicia |
Deseo agradecer a los miembros de la Comisión Nacional para el Mejoramiento de la Justicia la oportunidad que se me brinda para participar en este acto de celebración de los veinticinco años de existencia y funcionamiento de esta entidad, que ha logrado consolidarse como un elemento muy relevante dentro de los actores del sector justicia de nuestro país.
Esta Comisión es motivo de legítimo orgullo para nosotros en el Poder Judicial por la seriedad y empeño con que ha asumido su trabajo, razón que me llena de satisfacción por el hecho de que sin duda alguna sus realizaciones han contribuido al giro que el Poder Judicial costarricense necesita para adaptarse a las necesidades actuales que en materia de justicia nos está demandando una sociedad tan interesante como la costarricense.
Veinticinco años es un buen lapso de tiempo para realizar una apropiada valoración de las labores de una entidad como ésta y nos permite que puedan apreciarse ciertas tendencias que sólo se surgen a la vista cuando han transcurrido suficiente tiempo para que -por encima de improntas personales y coyunturas específicas- se asienten en la organización esas dinámicas propias que luego se hacen parte indisoluble de su quehacer.
De esta forma, en nuestro caso la Comisión, ha sabido aprovechar el tiempo y sus recursos para afirmarse con su propia manera de hacer las cosas, y ello se puede reconocer en la forma en que se han asumido temas claves para una justicia democrática, como lo es todo lo relacionado con el trato a poblaciones vulnerables o la temática relacionada con la justicia restaurativa y los círculos de paz, y naturalmente, el tema clave de la educación para el ejercicio efectivo y fecundo del derecho de participación ciudadana, que, como lo he dicho en ocasiones anteriores constituye uno de nuestros puntos más débiles en el avance hacia una real democratización, no solo en campo de la administración justicia que es el que nos interesa particularmente sino en otros igual de relevantes en la vida ciudadana, como la seguridad, el ambiente etc.
Es en verdad un silencioso pero eficaz trabajo de hormiga, que no presenta gran espectacularidad, pero cuyo valor resulta siempre apreciable y más aún en estas épocas en las que debemos oponer una actividad constante, casi de sedimentación, en la lucha contra el deterioro y erosión de nuestros principios y valores, así como en la construcción de un bagaje de humanismo que pueda ayudarnos a hacerle frente a esa ingrata deshumanización que busca erigirse con fuerza en el horizonte de nuestra vida como sociedad globalizada.
También he dicho antes que nosotros como país, tuvimos hace ya más de cien años, el acierto de saber escoger prioridades. Escogimos proveer educación, salud, orden; elegimos la promoción y formación de las personas de modo que apreciaran ciertos valores fundamentales. Eso, aun cuando a veces no lo parezca, es más difícil que hacer carreteras, puentes y puertos, o que atraer inversiones negociar tratados comerciales y reconvertir industrias para aprovechar supuestas ventajas comparativas. La real entronización en las personas de una cultura basada en la dignidad humana y el convencimiento de la importancia de la democracia, toma varias generaciones de trabajo paciente, pero es recompensada con sociedades más tolerantes, más democráticas y más concientes de sus derechos y de las formas de obtenerlos.
Esa cultura es clave para organizaciones como la Conamaj y para el Poder Judicial que la integra junto con otras instituciones estatales, porque el valor y utilidad de nuestras iniciativas se mide por la repercusión que puedan tener en ámbito social; es decir su éxito o fracaso estará en que las personas se sientan identificadas con ellas y les parezcan correctas y buenas. Para mí allí está la clave del valor actual de la Comisión y allí radica su éxito futuro.
No tengo ninguna duda que los integrantes actuales de la Comisión así como sus colaboradores directos comprenden y tienen claras sus metas y objetivos. Por su parte, y respecto de las expectativas que tenemos de su trabajo puedo decirles hoy hemos venido para reafirmarles que contamos con Ustedes y con su trabajo pleno de humanismo y calidad a favor de una mejor calidad de la justicia costarricense en todos los sentidos. No solo el Poder Judicial y el resto de las demás instituciones participantes sino la sociedad en general tienen en la más alta estima su trabajo y esperamos un compromiso renovado más ahora en que en este sector de actividad, como en todo lo demás, nos confrontamos con el radical cambio que nos ha llevado de una bucólica sociedad rural y tranquila de un pausado devenir, hacia la vertiginosa y masiva exigencia de administración de justicia que nos es requerida para mantener las crecientes exigencias del desarrollo del país. Pienso al respecto que la Comisión puede y debe profundizar más aún en su evolución y en mejores más intensivas formas de aprovechar los recursos que existen al seno de todas y cada una de las organizaciones que la conforman. Luego de veinticinco años debe haber con seguridad muchas nuevas ideas que pueden ponerse en marcha con los medios actuales para alcanzar no solo mayores audiencias, sino llegar a ellas con mayor eficiencia.
Concluyo esta breve intervención con una muy sincera felicitación para todas las personas que, a lo largo de los años han ofrecido su esfuerzo y capacidad para lograr todas las metas de las que hoy hace justa gala la Comisión.- Es justo que a todos a ellos se les reconozca su aporte para hacer posible el trabajo que hoy me permite afirmar que el balance de estos veinticinco años es plenamente satisfactorio respecto del cumplimiento de las expectativas que se plantearon en su momento.
Sigamos todos trabajando duro para afrontar los nuevas dificultades y exigencias de una administración de justicia que pretende ser cada día más eficiente y de mejor calidad, pero sobre todo más democrática. |