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El oficio de juez o jueza es
una tarea delicada y compleja. Generalmente incomprendida por las
personas que no saben lo que se vive detr‡s del mostrador, del
escritorio o en la intimidad del hogar.
Una jueza o un juez
tienen la sagrada misi—n de aplicar la Constituci—n y la ley, de custodiar
los principios y valores que ellas tutelan. Al hacerlo, tienen en sus
manos la libertad de las personas, su honor, su tranquilidad, su
patrimonio, entre otros delicados bienes jur’dicos. Su decisi—n es
determinante para la vida de una persona y ciertamente, para el equilibrio del
sistema.
Los jueces y las juezas no
pueden dejarse llevar por pasiones o modas, ni siquiera por mayor’as. En su
funci—n buscan la objetividad, la coincidencia entre la ley y la
raz—n, aun cuando no sea popular. Deben actuar incluso en contra de sus
propias creencias personales, pues tienen el marco legal como su l’mite de
actuaci—n.
La justicia se ejerce mediante
la imparcialidad, la independencia, la lealtad, la probidad, la veracidad y la
equidad, utilizando las herramientas de la conciencia, la moral, la diligencia,
el decoro y el sentido comœn.
En los pa’ses respetuosos del
derecho, la judicatura es protegida, valorada y exaltada por vocaci—n
democr‡tica, independientemente de que las sentencias sean o no
compartidas. El mecanismo para discutir los aciertos o desaciertos de quienes
ejercen la judicatura, son los medios procesales que el sistema
contempla, el ‡mbito acadŽmico, o cualquier otro, respetuoso de su
honor y su decoro.
La funci—n judicial es la base de la democracia, del Estado
Derecho y se ha luchado desde el propio Poder Judicial para
garantizar su ejercicio libre, independiente y estable. Igualmente es
tarea de todos los d’as acompa–ar esas garant’as con una cultura de
rendici—n de cuentas y de transparencia. Desde esta —ptica, las cr’ticas se
reciben como un mecanismo para avanzar y fortalecer la instituci—n.
En mi condici—n de Presidenta
en ejercicio de la Corte Suprema de Justicia apelo al buen juicio y la buena fe
del DIARIO EXTRA para que se replantee la necesidad de atacar a un juez de
carrera, jerarca de esta instituci—n, por un criterio legal, denigr‡ndolo con
una grosera comparaci—n.
Es necesario tener
cordura para disentir. La dignidad y el decoro de las personas y
particularmente de jueces y juezas debe ser respetada.
* Presidenta en ejercicio de la Corte Suprema de Justicia