JUEVES 15 DE ABRIL DEL 2010
Con
la acreditaci—n en gesti—n de calidad otorgada a su Sala Segunda y al Juzgado
de Violencia DomŽstica de Heredia, la Corte Suprema de Justicia puso
oficialmente en marcha, el pasado viernes, una iniciativa que, si se conduce
con el rigor, la independencia, la transparencia, la prudencia y el
profesionalismo prometidos, podr‡ generar enormes avances para el desempe–o del
Poder Judicial.
Se
trata del proyecto –ya hoy realidad–ÒGesti—n Integral de Calidad y
Acreditaci—nÓ, conocido como GICA-Justicia, impulsado por el magistrado Rolando
Vega, y que comenz— a desarrollarse desde que, hace poco menos de cinco a–os,
la Corte Plena aprob— su dise–o y eventual ejecuci—n.
Desde
entonces, ha contado con el respaldo del Ministerio de Justicia de Francia y la
agencia de cooperaci—n de ese pa’s; de Eurosocial, entidad de la Uni—n Europea,
y de otras agencias y asociaciones de Europa e IberoamŽrica.
El
dise–o de los instrumentos de an‡lisis estuvo a cargo de un equipo de
profesionales del Incae, bajo la direcci—n de Roy Zœ–iga, asesorados por varios
consultores externos.
En
esencia, GICA-Justicia consiste en establecer un conjunto de normas de calidad
para los despachos judiciales, a partir de las cuales, y de forma voluntaria,
esas entidades se someten a un proceso de auditor’a y an‡lisis de su desempe–o.
Los despachos que cumplan con los requisitos establecidos, son acreditados en
gesti—n de calidad; los que no, deben realizar los ajustes necesarios para
someterse a un nuevo escrutinio.
La
acreditaci—n debe renovarse cada dos a–os, como forma de mantener vivo el
’mpetu de mejoramiento al que, finalmente, se encamina la idea. Porque se
trata, como valor primario, de fomentar una vigorosa cultura de calidad en la
Administraci—n de Justicia.
Para
encargarse del proceso, el Poder Judicial ha decidido establecer, en su seno,
una instancia tŽcnica que apoye a los despachos interesados en emprenderlo.
La
decisi—n final en torno a la acreditaci—n, sin embargo, estar‡ a cargo de un
consejo, cuya mayor’a de miembros procede de otros organismos, como el Colegio
de Abogados; las universidades estatales, mediante el Consejo Nacional de
Rectores (Conare); el Consejo Nacional de Acreditaci—n de la Educaci—n Superior
(Sinaes) y el Incae.
Las
normas van mucho m‡s all‡ de aspectos formales. Aunque no valoran las
decisiones de los jueces (‡mbito reservado a su total autonom’a), s’ pretenden
tomar en cuenta la rapidez, costo y calidad de los procesos judiciales; la
facilidad de acceso a los servicios por parte del pœblico; el trato a los
usuarios, incluidos los espacios de atenci—n; la transparencia, y otras
variables que, en su conjunto, abordan la justicia en funci—n de la gente.
Aœn
hay mucho camino que avanzar y muchos procedimientos que mejorar como parte de
GICA-Justicia. Por ejemplo, las dos primeras acreditaciones se dieron en un
tiempo excesivamente corto, casi con atropellamiento, lo cual nos hace dudar
del rigor aplicado.
Las
normas, en s’ mismas, deber‡n ser ajustadas a las experiencias recabadas
durante los primeros procesos. Ser‡ necesario crear una red de apoyo dentro del
Poder Judicial, para asesorar a los despachos que decidan optar por
acreditarse. Y habr‡ que avanzar con prudencia, para evitar que el exceso de
demanda conspire contra la calidad de los resultados.
Son
tareas que plantean grandes desaf’os, tanto a GICA-Justicia en s’ mismo, como a
las autoridades y dem‡s empleados judiciales, que deber‡n tener una mayor
disponibilidad de apertura al escrutinio externo, un mayor sentido de
autocr’tica, un manejo m‡s depurado de las prioridades y los presupuestos, as’
como una actitud de verdadera mejora.
La
tarea no ser‡ f‡cil. Pero estamos, sin duda, ante un nuevo abordaje de las
tareas y calidad del Poder Judicial, que, sobre bases tŽcnicas pensadas en
funci—n de su misi—n y servicios, podr’a generar una reforma de grandes
beneficios para la justicia y el pa’s en general.